14 de junio 2024 - 00:30

El reciente incendio de Tarifa dio el día de inauguración de la temporada veraniega al Gobierno de Moreno, vaya. La especie política ha evolucionado a un tipo de perviviente muy interesante, cuyo cometido es parecer que todos los días hace algo (en realidad es la deriva automática de las instituciones burocráticas), parecer que se buscan respuestas (para tapar bocas de los protestantes, ésa su única ocupación real) y, por último, manejar la normativa de tal manera que se haga lo que se hiciere nunca se paguen responsabilidades (esto falla; para eso están los indultos, más recurrentes que las amnistías).

Ni la Junta de Andalucía ni las administraciones locales hacen un trabajo serio y efectivo de prevención de incendios; se lo digo yo, que he vivido varios, el último hasta la puerta de mi casa y con 500 hectáreas destruidas que a su vez habían sido en parte quemadas el año anterior y, atención, ¿creen ustedes que alguien había hecho algo con esa madera quemada acumulada de años? Respuesta: Nada.

Es más, ahora mismo, por mi zona llevamos ya media docena de conatos e incendios, pues atentos: la Delegación de Medio Ambiente ha inmovilizado montones de madera que yacen en mitad del monte, con yerba seca de dos metros de altura y precintados (vamos, con un plastiquillo), supongo que esperando al pirómano a que haga eso que Heráclito de Éfeso llamaba la “ekpýrosis” final (lo hay, vivo al borde de Doñana y el año pasado “sucedieron” dieciséis incendios, el peor con varios focos iniciales en paralelo con el viento hacia otro lado; ¿investigación seria policial? No, en los pueblos se sabe todo).

No sólo es fuego, Ecologistas en Acción denuncia que estamos convirtiendo buena parte del Espacio Protegido de Doñana en un auténtico polvorín, pero que además el barrenillo, un insecto xilófago perforador, hará su agosto debido a la gran masa forestal muerta sin recoger, ya se come también los pinos frescos: más madera...

Vino después del fuego el Delegado de Medio Ambiente, prometió actuaciones que se han quedado en algo simbólico, demostrando un desprecio absoluto. Vino el alcalde, que tiene que bregar en la calle con nosotros, y, claro, se llevó el chaparrón y algo ayudó a promover la recogida en los alrededores de las viviendas, tras mucha presión y colaboración, no sabemos si por miedo a las posibles responsabilidades en caso de daño grave o si por un compromiso real con el medio, aunque todo ha seguido igual. Vino la Ministra, por la tele, olvídense, salvo los seguros (y racaneando, y quien lo tuviera) las ayudas no llegan jamás, jamás, salvo que tu situación económica sea de indigencia, las ayudas son para que los Ayuntamientos hagan... y no se ve que hagan. Puto desastre. Otro verano esperando que todo se queme otra vez (el modelo agrícola tiene la culpa, no busquen fantasmas). Después vendrán las fotos, los puestos de mando (mientras otros se queman), los papeleos y las vías para nunca responder de nada. Yo, empero, creo que es de cárcel; no se quejen: yo lo pago con mi vida.

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