El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Navidad del niño pobre
Habia estado demasiado tiempo comportándose como un hombre libre. Predicaba aquello que la gente necesitaba oír: una nueva forma de vivir, la búsqueda de la felicidad que solo se encuentra en el servicio a los demás; habló de amor maduro, comprometido; de un reino (nada que ver con las monarquías) donde la justicia es compañera inseparable de la igualdad; habló contra el poder religioso representado por la casta sacerdotal del templo de Jerusalén y por los fariseos (hipócritas de ayer y de hoy que cada vez aparecen con más frecuencia; son una plaga, están por todas partes), también contra el poder político representado por las autoridades romanas que habían invadido el país.
Un ser humano que se expresaba con total libertad no gustaba a los poderosos de entonces ni gusta a los de ahora. Antes te crucificaban. Hoy te pueden mandar sicarios para que acaben con tu vida o intentan callar tu voz en aquellos ámbitos –como los medios de comunicación– donde ellos o sus socios mandan a través del dinero: es la muerte civil, dicho finamente.
Jesús tenía muy claro que lo iban a matar. Sus silencios ante las autoridades son tan elocuentes que parece estar asumiendo su terrible final. Jesús, como muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo, sabía, saben, que dar testimonio a favor de la verdad causa estupor en quienes gobiernan, sean poderes económicos o de otro tipo. A veces, la acción política se convierte en una farsa en la que el pueblo hace de figurante, de comparsa aplaudidora.
“¿A quién queréis que suelte a Jesús o a Barrabás?”. La multitud gritó: “¡A Barrabás!”. El pueblo manipulado no siempre se sitúa de parte de los inocentes. Hombres, mujeres, niños, han muerto en el mundo ante el silencio cómplice de otros hombres y mujeres que han revestido su miedo con dudas, vacilaciones, “lo mismo no es como parecía “y frases similares que únicamente demuestran nuestra cobardía.
Jesús era un rebelde con causa. Nosotros tenemos causas, pero nos falta rebeldía.
La Semana Santa se ha iniciado. Creyentes y no creyentes contemplaremos las imágenes, unos con fe, otros buscarán la dimensión artística y otros mostrarán cierto escepticismo. Ojalá que todos/as descubramos las causas de nuestras actitudes miedosas, de nuestras excusas permanentes para no plantar cara a las fuerzas, algunas ocultas, que oprimen a los más indefensos de este mundo.
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