Al microscopio
Ana Villaescusa
La violencia más cruel
El duelo debiera no sólo serlo, sino también parecerlo. El escenario de unas tunas universitarias, retozando con la complicidad de los próceres de la ciudad sumidos en el jolgorio, en la Plaza Alta, en un día declarado de luto oficial, con las banderas a media asta y el féretro del alcalde Ernesto Delgado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, nos ha dejado ver un espectáculo bochornoso y triste, que parecía extraído de una película de Berlanga. Las carencias protocolarias degradan el papel de las instituciones y erosionan las relaciones sociales. Pero es peor, mucho peor, ver cómo los representantes del pueblo van del coro al caño y del caño al coro, del duelo al regocijo, de la risa al llanto como si tal cosa. Tan pronto se declaran compungidos como se disponen a saltar al compás de unas cuantas bandurrias y a vibrar a golpes de pandereta. Lo mismo extienden una bandera sobre un féretro que, casi simultáneamente, brincan de alegría. Suena todo tan falso, es tan de todo punto lamentable, que es preciso señalarlo para que se tenga en cuenta.
Asistimos a la sublimación de la falta de respeto. Recuerdo un acto oficial, seguramente fue una entrega de medallas de La Palma, en el que sonaron, a modo de cierre, los himnos nacional y regional, por este orden. Me quedé estupefacto y a punto estuve de cometer la indiscreción de denunciarlo en voz alta, pero pude contenerme y me limité a hacer un comentario en voz baja. Luego le pregunté a uno de los regidores si se había dado cuenta de que en la celebración de la eucaristía, el sacerdote oficiante es el último que entra y sale de la escena. No sé si me entendió, probablemente no. Me habría encantado explicarle cómo se organizan los desfiles universitarios porque son muy ilustrativos del orden jerárquico basado en la antigüedad y en la autoridad de los actores. El rector es siempre el último y los maceros los primeros. Los profesores se colocan por el orden de antigüedad de los centros a los que pertenecen. Si hay Teología, sus docentes desfilarán los últimos porque es la Teología la primera de las disciplinas universitarias, la más antigua. La Universidad es una institución medieval creada para la búsqueda de la Verdad absoluta, es decir, de Dios. Le precederían los profesores adscritos a la Facultad de Filosofía y así hasta llegar al principio, reservado a las disciplinas más actúales en adquirir la condición de universitarias.
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