La Línea, Ciudad del Deporte

En blanco y negro

La oferta musical y gastronómica atrae a un turista que comprueba que los linenses no llevamos un Kalashnikov junto al móvil

18 de junio 2024 - 00:00

Seguro que no son más que Cosas de la Edad, que cantaba Modestia Aparte. La culpa de toda esta reflexión -que se preguntarán por qué puñetas la comparto- la tiene una foto de mi admirado Rafa Trujillo con un barco a cuestas. Una imagen que me costó hasta un porrazo encontrar y que se corresponde con aquella etapa en la que los que practicaban deportes de mar en La Línea se tenían que jugar el físico cruzando la carretera para llegar al agua. Lo cierto es que cada vez que pasó por la Ciudad Deportiva de mi pueblo, veo, por mucho que ya no estén allí, a José Puyol en el ambigú de los campos de albero. Siento la humedad en la pista del pabellón que puso en peligro tantos partidos. Y observo los fondos despoblados de un Municipal que ya no está.

La Línea, casi sin que nos hayamos dado cuenta, se ha convertido en la Ciudad del (casi) Todo. No es que maneje mucho de música pero me da para entender que si en una taquilla hay entradas para El Barrio, El Arrebato, Andy y Lucas u Omar Montes es que el cartel está al nivel de los grandes circuitos.

Pero asunto que me traigo entre manos es que La Línea, como Marina d’Or fue en su día Ciudad de Vacaciones, se ha constituido en Ciudad del Deporte. Y en esas transformaciones, mal que le pese a alguno, ha tenido mucho que ver (porque decir todo) la llegada de 100x100. La metamorfosis ha sido tal que ver en el ahora coqueto (y seco) pabellón linense a las más firmes promesas del baloncesto nacional casi ha dejado de sorprender. Que hace cuatro días estaban en la playa de La Atunara Los Hispanos de la Arena, que con dos algecireños en sus filas inician hoy el Campeonato del Mundo de balonmano playa. Los autonómicos y nacionales de remo, básket, vela... se suceden y casi pasan desapercibidos.

Y es que se nos había olvidado que cuando los linenses reclamamos –con tanta frecuencia como razón– que se nos deje de señalar con el dedo también está en nosotros poner de nuestra parte. Para conseguir que no se nos asocie solo con actividades que reprobamos el 98% de los vecinos es muy necesario atraer a un público que al pasear por nuestras calles compruebe que no llevamos en la riñonera un Kaláshnikov junto al móvil, como parece empeñada en demostrar alguna televisión. Que el turista palpe que es imposible encontrar mejor oferta gastronómica que la que proporcionan nuestros bares. Para eso no existe mejor gancho que el deporte.

No hace mucho, durante la celebración de un Cadeba, dos madres de jugadoras de Granada mantenían una charla. “Pues se está bien aquí. No tiene nada que ver con lo que cuenta la tele”. Y la réplica: “Y la gente es muy amable”. Dejó de importarme el partido y empecé a pensar en este artículo. La Línea Ciudad del Deporte. No podíamos encontrar mejor escaparate.

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