Ojo del muelle
Rafa Máiquez
Ya tenemos el lío formado
Las innumerables imágenes de crímenes contra la humanidad que se están documentando en la franja de Gaza y Cisjordania han generado una ola de solidaridad global. Las redes se han inundado de emojis y dibujos de llaves, tirachinas, piedras, cúpulas de la mezquita Al-Aqsa y de sandías, que tienen su origen en el intento de evitar la censura del uso de la bandera palestina y ahora ya son símbolos de la cultura popular y de la resistencia de este pueblo.
Los adolescentes no son ajenos a esta situación, aunque desconocen por qué se está produciendo esta masacre indiscriminada y preguntan a familiares, compañeros de clase y a los profesores. El pasado día 30 de enero, Día Escolar de la No Violencia y la Paz, era el día idóneo para dar respuesta a qué sucede, por qué sucede y reivindicar la paz como proceso y objetivo, como se realizó al comienzo de la invasión rusa a Ucrania. Sin embargo, no han sido pocos los lugares donde la censura ha aparecido. El caso palestino ha generado en algunos reticencias, en otros miedos a los padres y en otros una excusa perfecta para esgrimir el argumento de “contenido ideológico” para evitar hablar de lo que ocurre. Ha pasado en algunas comunidades autónomas, en algunas ampas y en algunos claustros.
La realidad es que la dura intervención israelí –que se realiza para la liberación de los rehenes hechos por los terroristas y para destruir su red de túneles– de momento solo ha servido para limpiar étnicamente el territorio, después de dinamitar sus lugares sagrados, hospitales y universidades, así como los vecindarios de las principales ciudades: Gaza, Jan Yunis y próximamente Rafah, donde numerosos palestinos se agolpan en la frontera egipcia sin poder salir. Mientras tanto, por los caprichos de unos pocos, los jóvenes se informarán por Tik Tok, Instagram o lo que les llegue y muchos se posicionarán como si fuese un partido de fútbol.
Hasta la fecha, solo la mediación catarí y estadounidense han logrado la liberación de los civiles apresados. Los métodos del gobierno ultra israelí son criticados a diario por sus ciudadanos también, en especial por los familiares de los rehenes. Los militares solo han causado cientos de miles de mártires inocentes, sembrando la semilla para que el círculo vicioso del odio recíproco no cese. “Pero ya se sabe: La Muerte desprecia a los desahuciados”, como diría el poeta palestino Mahmud Darwish.
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