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Las dos orillas
Eta fue fundada en 1959, cometió crímenes durante el franquismo, los siguió perpetrando en la democracia, anunció el cese de su actividad armada en 2011, pero no se disolvió oficialmente hasta 2018. ETA duró casi 60 años; es decir, 20 años más que el franquismo, y de ellos más de 30 cuando en España y Euskadi ya existía un régimen democrático, con elecciones libres, plena autonomía, y un chollo fiscal para los vascos. Asesinaban porque querían la independencia. Causaron 854 crímenes, más de 3.000 heridos, y cometieron 86 secuestros. En las cárceles españolas aún cumplen condenas 169 presos de ETA. Según la Fundación de Víctimas del Terrorismo, han quedado 379 crímenes sin castigo para sus autores.
Hoy no existe una memoria democrática de ETA. Existe la memoria de una guerra civil que terminó hace 85 años y de un régimen franquista que terminó hace 48 años. Pero no hay memoria de una organización terrorista que atentó contra la democracia, que asesinó a políticos elegidos en las urnas, y que se extinguió oficialmente hace sólo 6 años. Para ellos se abre la capa del olvido. Los sucesores políticos forman parte de EH Bildu, que es uno de los grupos que sostiene con sus votos al Gobierno de España, presidido por Pedro Sánchez.
Durante casi medio siglo de democracia, el País Vasco ha sido un territorio marcado por el terrorismo, el miedo y la cobardía. Hoy ya no queda terrorismo, pero siguen el miedo y la cobardía. En la novela Patria, de Fernando Aramburu, el principal best seller español de los últimos años, se describe muy bien la tragedia moral de esa comunidad, amedrentada por una anomalía sin igual en la Europa democrática.
¿Y qué pasa hoy en la patria vasca? Pues ahí los tenemos. Hoy, según las encuestas, muchos hijos vascos de inmigrantes de otras regiones votarán a Bildu. Hoy puede ocurrir que el partido más votado sea el de los sucesores políticos de ETA, que tiene en sus filas a Arnaldo Otegi, un histórico del asunto, pero que presenta como candidato a Pello Otxandiano. Pello es doctor en ingeniería de Telecomunicaciones, un profesional cualificado, que representa a la nueva hornada bildutarra. Se negó a calificar a ETA como grupo terrorista, aunque después pidió perdón a las víctimas, a dos días de las elecciones. El colmo de la hipocresía.
Pedro Sánchez se disfrazó de forense para ver cadáveres de la guerra civil. A Pedro no se le ha visto durante la campaña vasca visitando a las víctimas de ETA en los cementerios. Parafraseando a Bécquer, ¡qué solos se quedan algunos muertos!
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