Estrechamente
Margarita García Díaz
Salud y alegría
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No son menos de veinte, seguramente más, los medios de comunicación de información general con sede o delegación en Sevilla. De ellos, solo uno, según me dicen, se personó en la rueda de prensa que ayer a mediodía, en La Revuelta, convocó la asociación cultural Ademán como aperitivo de la conferencia que, ya por la tarde, impartió Miguel Bernad, secretario general de Manos Limpias.
Se comprenden las ausencias. Las denuncias del conferenciante sobre los presuntos delitos de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, y las que allí anunció contra David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, por fraude fiscal, carecen del menor interés periodístico. Cierto es que no lo ve así la opinión pública, que lleva semanas inmersa en el continuado asombro que provocan los líos de Begoña y del hermanísimo; cierto es que no lo ve así tampoco el juez que ha abierto diligencias previas sobre el caso de la señora y la correspondiente trama, que ha encomendado la investigación a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y ante el que, este viernes, comparecerán los dos primeros interrogados, periodistas precisamente; cierto es que, sobre todo, no lo ve así el propio presidente del Gobierno, que no dudó en escribir la grimosa carta de todos conocida para tratar de frenar el caso y blindar a su mujer, y a sí mismo, de la previsible deriva del formidable escándalo de corrupción que todos adivinan. Escándalo que, no lo olvidemos, hunde sus raíces en los negocios con material sanitario de miembros del Gobierno y allegados en plena pandemia. Escándalo que, –¿alguien lo duda?– tras el slalom interminable por el que todo caso de corrupción socialista debe pasar en España, se resolverá, si hace falta, a las puertas de la cárcel con un socorrido parte médico.
Por muchísimo menos de uno cualquiera de los presuntos delitos que hoy ya se investigan, Miguel Bernad hubo de padecer linchamiento público, prisión preventiva y un calvario judicial de ocho años, resuelto en marzo de este 2024 con su absolución por el Tribunal Supremo. Desde entonces, este hombre de 82 años cumplidos ha hecho más daño al sanchismo en dos meses que Feijóo y sus 137 diputados desde el comienzo de la legislatura. Naturalmente, nada de esto importa a los medios en día sevillano de postureo extremo, de disfraz colectivo, de salida fingida a caminos que, para muchos, no llevan a ninguna parte.
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