Crónica personal
Un cura en la corte de Sánchez
Desde los albores de la Humanidad sus integrantes han querido hacerse con ella. Dominar esa complejidad que es ver un atardecer; cómo la Luna se enciende cada noche para proyectar su tenue luz sobre lo que les rodea; saber cómo las mareas del mar suben o bajan; mirar desde la ladera de una montaña su cima, pelada y con agresivas puntas, sin una sola hierba, y sin embargo subir. Saber, saber, saber… Por eso en 2023 la Humanidad tiene atesorado tantos conocimientos, y tantas respuestas dadas a lo que se preguntaron nuestros predecesores.
Ahora creo que los que habitamos estas tierras antiguas, sabias e inexorables, parece como si hubiésemos dejado de hacernos estas preguntas. Algunos porque “para qué” si sabemos la respuestas, y otro sector muy amplio, porque no quiere conocer realmente. Prefiere quedarse con esas ideas previas que le salen desde no saben qué lugar. Porque saber necesariamente lleva a tener que buscar y pensar, y encontrarse a otras partes de esa humanidad, da lo mismo que sean muchos o pocos, pero que ven la realidad desde otro prisma. E investigar es mágico y muchas veces es doloroso; porque detrás de cada hecho hay vida pasada que no coincide con lo que nosotros querríamos que hubiese sido.
En estos días en los que parece que buena parte de los habitantes que poblamos la Tierra, nos hemos vuelto locos, damos versiones contrapuestas de lo que ocurre, pero pocos son los que se abren a la investigación para saber si lo que dicen o piensan es verdad. Por eso tenemos que recurrir a una ciencia casi tan vieja como la Humanidad, la Historia. Cuando empecé estos estudios, ya en tercero de lo que antes era licenciatura y ahora es grado, me topé con la frase más esclarecedora que hasta entonces leí; la pronunció Tzvetan Todorov, un sabio lingüista, filósofo, historiador crítico y teórico búlgaro, nacionalizado francés; venía a decir, que las Conmemoraciones tienden a sacralizar los hechos pasados y a hacerlos dogmas, inmodificables, pero que la historia es sacrílega porque los desmenuza y analiza, es compleja y nunca simplifica un hecho histórico, abierta a encontrar nuevos datos.
¿Por qué se me viene esta frase ahora con tanta fuerza? Porque en este mundo loco y febril, tratamos de imponer nuestra visión subjetiva de cada hecho. De ahí que pocos hayan ido a la comprensión de los vocablos que usamos, y así nos da igual decir judío, sionista, palestino, terrorista, terrorismo de Estado, amnistía, indulto, constitución, derecha, izquierda, verdad o mentira. Todo vale. Y ante estos palos en la rueda nadie se atreve a buscar una solución. Los dedos acusadores se agitan sobre nuestras cabezas, y el miedo, que creí que ya habíamos vencido, se levanta sobre nuestras cabezas como una nube oscura que lo vela todo.
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