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Mikel Lejarza
Toulouse
TRIBUNA
Durante la pasada semana, los días 5, 6, 7 y 8 de abril, el incendio ocasionado en la zona de Betis y Betijuelo, en Tarifa, nos ha tenido con el corazón en un vilo.
El destino ha querido que el viento, a pesar de su fuerza, no le haya sido propicio y los materiales combustibles no estaban lo suficientemente secos para favorecer una propagación mayor. Aun así, han ardido 50 hectáreas y ha sido necesario evacuar a unas setenta personas del núcleo de población de El Chaparral, así como a mantener un ingente despliegue de medios, durante más de cuatro días, para velar por la seguridad de toda la población de la zona, con el consiguiente coste social, emocional y económico. Afortunadamente no ha habido que lamentar desgracias personales.
El incendio se ha producido en las inmediaciones de la mítica Batería de Costa de Paloma Alta, abandonada desde el año 2008, en pleno Parque Natural del Estrecho. Este peligro se ha puesto de manifiesto en los varios escritos y reuniones mantenidas con la Junta de Andalucía, con objeto de poner en marcha el proyecto de recuperación del entorno de la batería para convertirlo en un Complejo Medioambiental.
Confiamos que este hecho active los resortes de la Administración para evitar que un luctuoso acontecimiento como este, en el futuro, pueda dañar el patrimonio histórico que alberga la batería y, lo que es peor, el entorno natural en el que se encuentran los tres últimos cañones Vickers de 38,1 ya casi centenarios y la seguridad de la población circundante. Sería una pérdida difícil de justificar ante la opinión pública y ante las generaciones venideras.
El proyecto Paloma Alta, del que la Asociación Conde de Gazola presentó hace ya tres años el Plan Director a la Junta de Andalucía, tiene como uno de los principales objetivos mantener limpio el entorno natural de bosque mediterráneo que puebla los 323.000 metros cuadrados del enclave y que, hoy día, debido a la situación de abandono, se encuentra en estado salvaje, creciendo de forma desordenada y sin los procesos de limpieza del monte que precisamente evitan o minimizan los riesgos de incendio. A esto hay que añadir el aumento progresivo de público que, a pesar del acceso prohibido, acuden a la batería a diario, y especialmente en los fines de semana, de forma descontrolada. Los costes de la inversión necesaria para el proyecto se compensan con creces con los que, en caso de desastre, habría que desembolsar y eso si los hechos no se repiten más que una vez y contando con que no haya pérdidas humanas.
Esperemos que este desgraciado accidente sirva como aviso de la Naturaleza para que los procesos administrativos necesarios para la puesta en marcha del Proyecto Paloma Alta se agilicen, evitando el importante deterioro que sufre actualmente el enclave y potenciando así el Parque Natural del Estrecho.
Por el bien de toda la población, es el turno de la Administración.
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