El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Incluir el esperpento reiterado en los comportamientos cotidianos, hasta el punto de que la opinión pública lo admita como algo habitual, nada estrambótico, perfectamente asumible por la ciudadanía, que no repugne a la inteligencia ni sea descartado automáticamente por el más básico proceso reflexivo. Eso es normalizar. Exactamente conseguir que se tome como normal lo que no lo es.
Se normalizó el consumo de alcohol y tabaco en los botellones adolescentes por la incapacidad de las familias y de las autoridades para que reinase la lógica más esencial en esos delicados entornos y edades. Se ha normalizado el consumo de pantallas e internet por la gente menuda por las mismas razones, ya que parece que poner el menor límite al antojo de los chiquillos contraviene lo esencial de la Declaración de los Derechos Humanos. Por ahí van los tiros.
¿Qué responsabilidad tienen en todo ello nuestros representantes políticos? Alguna, seguramente, aunque hace ya mucho que dejaron de ser modelo alguno para el comportamiento de la sociedad. Conforme la democracia se ha ido asentando, la falta de libertades en nuestro país es sólo un brumoso recuerdo en la mente de los de más de 60 años, la participación en las elecciones se ha ido estancando en niveles mínimos y la zafiedad campa por sus respetos.
“Señor, no me regañe Vd. al niño, que me lo frustra”. Como aquella viñeta de Forges, en la que un chavalín, sierra eléctrica en mano, andaba cortándole extremidades a los viandantes. No se le debía reprochar nada, que su tolerancia a la frustración es = 0.
El esperpento se normaliza en el día a día de este mundo desquiciado porque cada tribu anda empeñada en defender con las tripas cualquier ocurrencia de su gurú, sea del nivel de estupidez que sea. Antes de que nos paremos a pensar un poquito y, de repente, nos asalte la duda de si nos hemos apartado del sendero establecido. Sálvese quien pueda.
¿Que un tipo narcisista y candidato a la presidencia de los EEUU resulta condenado por la justicia de su país por cometer un montón de delitos? Pues se revuelve y descalifica al poder judicial. ¿Que está involucrado en otros cuantos desmanes, como promover el asalto al Congreso? Pues resulta que está encantado de conocerse y dice que eso es lo que hacen los buenos americanos, blancos y varones. ¿Que pierde las elecciones en 2020? Pues se pega cuatro años repitiendo, sin pruebas, que se las han robado. Ensucia, que saldrás beneficiado.
Ese es el modelo político para un buen puñado de políticos ultras del Viejo Continente. Los que, dicen las encuestas, van a decidir la política europea durante cuatro años. La mayor amenaza para los ideales de paz, libertad y concordia de la Europa comunitaria. ¡Cuidado!
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