Papas aliñás

Peor fue aquel 2023 en el que el subdelegado recomendó no ir a las playas de Tarifa, no fuera a colapsarse la carretera

14 de agosto 2023 - 00:30

El 28 de julio de 2042, al filo de la hora del aperitivo, el subdelegado del Gobierno se colocó delante de los micrófonos y lanzó la proclama que habría de tambalear los cimientos de la sociedad de la otrora conocida como Iulia Traducta. “Si pueden evitarlo, no coman papas aliñás”, dijo, y el gemido de sorpresa de los periodistas resonó desde Carteya hasta Mellaria. El político explicó que solo le movía la precaución. No es que alguna plaga hubiera destruido los cultivos del preciado tubérculo, que en Sanlúcar alcanza la excelencia, o que se viviera un periodo de extraordinaria carencia del delicioso vinagre de Jerez o el aceite que elaboran con mimo en Olvera. Ni siquiera había signos de que en un futuro fueran a escasear el perejil o la cebolleta.

Pero el Gobierno, en su afán por servir al pueblo y, para ello, adelantarse a las necesidades que en un futuro pudieran sobrevenirle, había encargado un análisis de la situación. Un funcionario al que le había tocado el último turno de vacaciones, allá cuando clarea septiembre, se lanzó a las calles y mercados con veinte euros en la cartera. Cuando volvió a colocarse enfrente de su ordenador, a pesar de la somnolencia, redactó un informe de 15 páginas en el que explicaba que sí, que en apariencia había papas, aceite, vinagre y perejil para t odos, pero que no se encontraba en esos momentos en condiciones de garantizar que aquello continuara tal cual. Que si, en un ataque de apetito veraniego, a todos los ciudadanos les daba por comerse una ración de papas aliñás, lo más probable es que se acabaran las existencias y eso sin contar con la legión de madrileños y sevillanos que asomaba cada día por las ventanas de los chiringuitos y que no daban muestras de ser gente que se conforma con un platito de aceitunas o un puñado de altramuces. De modo que por eso, el subdelegado concedió el sabio consejo: “Cuidadito con hartarse de papas aliás”, insistió y a continuación satisfizo las dudas de los periodistas.

En sus coches, en sus casas, las personas que oían la radio comprendieron que aquello era por su bien. Y agacharon la cabeza y se dispusieron a cambiar de menú. Con resignación cristiana. Después de todo no era para tanto. Peor fue aquel 2023 en el que el subdelegado les recomendó no desplazarse a las playas de Tarifa ante el temor de que se colapsara la carretera, una vía “complicada” en la que “se producen muchos atascos”. Aquel sí que fue un verano malo, con gente con la mirada perdida, pensando en lo bien que tenían que estar los gaditanos en Bolonia, buscando consuelo en un plato recién sacado de la nevera de riquísimas papitas redonditas cubiertas con aquel sencillo pero apetitoso aliño.

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