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LAS ranas de la Plaza Alta de Algeciras padecen una crisis de identidad. La fuente que las sustenta lleva varios meses decorada con una especie de alas con bombillas blancas, que invita a los anfibios a creer que pueden volar como las palomas. El Ayuntamiento colocó este artilugio, un año más, con motivo de las Navidades y ha considerado que no hay razón para cambiarlo, pese a que ahora lo que toca es el Carnaval Especial. Lo mismo pasa con las lucecitas azules de los árboles. Sin incidir en que durante la desinstalación de las alas, hace poco, se cargaron un trozo de fuente; lo que más me preocupa es la manía de esta ciudad por esconder lo mejor que tiene. Por la noche la Plaza Alta queda llamativa, pero durante el día el elemento decorativo en cuestión afea una de las señas de identidad de la ciudad. Algo similar pasa con el edificio Kursaal, una obra de arte que está oculta entre un amasijo de edificios.
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