Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
El mes próximo se presentará un libro sobre una de nuestras zonas más emblemáticas dentro del Parque Natural Los Alcornocales: la finca La Almoraima. Para mí, el interés de esta publicación no es solo porque nos da a conocer temas inéditos de este precioso rincón de nuestra comarca, sino por el enfoque de la autora (María del Mar Ortega) y su motivación.
María del Mar creció en la finca, concretamente en el cortijo El Olivar, donde vivió hasta los 14 años. Su padre trabajaba como guarda, y en aquella época estos profesionales vivían con su familia en el campo, teniendo durante muchos años un único medio de transporte, el caballo.
Tenía la inquietud de rendir homenaje a su padre y durante la pandemia empezó a recopilar fotos de aquella época. Poco a poco se fue introduciendo en recuerdos y a tirar del hilo de la historia de esta finca con el fin de sacar del anonimato a las familias que allí trabajaron, especialmente a las de los guardas jurados. El resultado de esta investigación lo ha plasmado en un interesante libro de 423 páginas que comienza en los albores del siglo XIX y concluye en los tiempos actuales.
Ella trabaja en una de las grandes industrias de la comarca, y esto, según comenta, le ha hecho ser muy exigente y rigurosa en su labor. El libro ha recopilado con acierto muchos temas conocidos unos y desconocidos otros. Ha realizado multitud de entrevistas a personas que conocieron esos años que hoy describimos como vida precaria en el campo pero que, para los que la vivieron, fueron muy felices. Familias a las que la autora trasladó su entusiasmo y pasión y no dudaron en desempolvar el baúl de los recuerdos para colaborar con su proyecto. Esta aportación es inédita y enriquecedora.
El libro describe la historia de La Almoraima analizando las diferentes épocas desde que fue propiedad del XVII Duque de Medinaceli, incluyendo la transformación de la misma durante la gestión de Rumasa, la historia del humilde origen del Convento, la torre medieval, el Molino del Conde, la venta Agua del Quejigo, la puesta en marcha de la línea férrea Bobadilla-Algeciras, visitas ilustres a la finca y diarios de caza, historias sobre las diferentes dehesas sobre las que relata infinidad de anécdotas y singularidades, el club de caza gibraltareño Calpe Hunt, la creación del Seprona y, cómo no, describe la evolución de la figura del Guarda Jurado desde el reinado de Fernando VI, así como las actividades que controlaba: carboneo, descorche, caza, berrea, entre otras.
La autora siente una gran satisfacción personal por ver cómo el grupo de guardas más longevos de la finca ha recobrado el entusiasmo y la ilusión de llegar a ver la finca con el esplendor que la caracterizó décadas atrás debido al Plan Estratégico que su director, Emilio Romero, está llevando a cabo.
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