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El estrecho de Gibraltar es uno de los espacios geoestratégicos de mayor importancia en el planeta por el que transitan rutas interoceánicas vitales para las cadenas logísticas del comercio internacional y es fundamental para los equilibrios de seguridad globales. Las no muy lejanas amenazas de Irán sobre esta vía de navegación en relación con el conflicto de Oriente Medio, y también de Rusia sobre territorios británicos de ultramar, refuerzan el valor geoestratégico del estrecho.
Parece evidente que este territorio debe ser de enorme importancia estratégica para Occidente en general y para España en particular. En todos los análisis de seguridad marítima se señala que el estrecho de Gibraltar, junto al canal de Suez y el estrecho de Malaca, es uno de los principales choke points del planeta (expresión que significa punto estratégico y angosto cuyo cierre puede suponer un bloqueo del tráfico marítimo que fluye por él).
En un magnifico artículo publicado a principios de este mes, el director de este diario, Javier Chaparro, nos informaba con datos precisos del importante tránsito de buques rusos, muchos de ellos de la armada, por el estrecho en los últimos años. El autor acierta plenamente en identificar este tránsito como una circunstancia que debe ser tenida en cuenta. España, como Estado ribereño del estrecho, tiene un margen muy limitado de actuación de acuerdo con el régimen de los estrechos regulado en la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar que establece un régimen privilegiado de tránsito diferente al derecho de paso inocente establecido para el mar territorial. Circunstancias igualmente preocupantes se están produciendo en aguas cercanas a Ceuta y Melilla donde Rusia se aprovecha de la falta de delimitación consensuada de los espacios marítimos con Marruecos y el régimen de libertades de la alta mar para posicionar una importante flota petrolera que distribuye el crudo eludiendo de esta forma con cierta facilidad el régimen de sanciones impuesto después de su agresión a Ucrania. Recordemos que Marruecos no condenó la invasión de Rusia en Naciones Unidas y desarrolla en relación con Rusia una ambigua política exterior de acercamiento para evitar el reconocimiento ruso de la república saharaui.
En definitiva, el estrecho de Gibraltar se ha convertido en un activo geoestratégico clave para Rusia y los Estados presentes en el territorio deben tener presente la necesidad de una respuesta coordinada en el margen que permite el derecho internacional. Una razón más que evidente para que el Gobierno español elabore una planificación estratégica sobre este territorio al que se le suman otras circunstancias muy especiales en las relaciones internacionales presentes en el territorio como es bien patente después del Brexit.
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