Crónica personal
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No hace falta volver a recordar los encantos naturales que tiene el Campo de Gibraltar, con dos parques naturales y playas para perderse bañadas por el Atlántico y el Mediterráneo. Pero sí creo necesario ahondar en el entorno que rodea a Algeciras, tan denostada a veces, que guarda parajes en forma de secretos conocidos por los pocos que se han interesado en indagar un poco más allá.
La mayor parte de algecireños conocen los senderos del río de la Miel y de la Garganta del Capitán y la belleza de sus pozas, que sirven como recompensa tras una caminata para darse un baño o simplemente refrescar los pies. Pero más allá de estos dos enclaves hay otros tesoros ocultos que, además, están preñados de historia.
En la ruta hacia la Garganta del Capitán desde la carretera del Cobre, tomando un desvío, podemos conocer varios puntos históricos, hoy convertidos en ruinas, que nos dan una idea de cómo era la vida en Algeciras no hace tanto tiempo. El primer punto son los restos del cortijo de Matapuercos, donde aún están en pie las pilas para que beba el ganado y alguna fuente, además de un enorme pozo que fue vallado para evitar que caías. En este punto también se observa un llano que sirvió como campo de tiro hasta finales de los años 80.
Adentrándonos por este camino, con algunas ruinas durante el itinerario, llegamos al huerto de los Mellizos. Sorprende encontrar este lugar en una zona tan poco conocida para muchos. La edificación aún tiene varias piedras en pie, como lo están los naranjos y mandarinos que pueblan el llano, siempre verde por el agua que emana de una fuente que incluso en verano tiene un chorro del que poder beber.
Continuando la ruta descendemos hasta cruzar la garganta de la Fuensanta, a la que volveremos más adelante en otro punto de su cauce. Una vez en la otra orilla del río habrá que subir por los restos de una calzada que formaba parte de La Trocha, el camino que enlazaba Algeciras con Cádiz desde tiempos prehistóricos hasta los primeros años del siglo XX. En este punto, adentrándonos hacia la falda de Las Esclarecidas, tendremos la oportunidad de conocer otro lugar perdido en la memoria, un balneario de aguas sulfurosas que tuvo su apogeo en el siglo XIX. Hoy en día, ocultos por una espesa maleza, se intuyen en la zona restos de edificaciones y una alberca y el agua emana un ligero olor a azufre. El geógrafo Pascual Madoz hace referencia a estos baños medicinales en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, de 1845: “Consta de una alberca de regular capacidad con las aguas corrientes, y junto a ellos hay hasta unas 18 habitaciones de teja y varias chozas, para 20 familias más o menos”.
Recorriendo unos metros se pueden conocer algunos de los tesoros que oculta la Algeciras histórica.
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