Su propio afán
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El guante de la mejor definición de una negociación podría ser el tira y afloja. ‘Apreteu‘ creía yo que era ‘tira’ en catalán, pero no. Tira de tirar como de una cuerda. Es ‘estira’. Curioso el lenguaje como representación del mundo. He buscado en vasco tira y afloja pero es enormemente complicado. Ni lo intento. La cara de Aitor Esteban es su mejor diccionario intuitivo. Y cuando negocia, más. Sus votos valen según, lo que añadido al carácter sinuoso del PNV pues hacen lo difícil imposible. Lo meritorio de esta negociación múltiple que ayer se supo que por ahora no ha tenido éxito es el diccionario empleado por los socialistas. Ha debido ser muy difícil y complicado. Sobre todo porque uno es responsable de sus propias palabras. De ahí el consejo de las virtudes del silencio, y la esclavitud que significa lo que has dicho, que habría que acudir al arrepentimiento. Pero me queda la duda. ¿En qué momento Cerdán se ha parado y ha dicho ni un centímetro más, hasta aquí hemos llegado? ¿Por qué no ha aflojado entonces Miriam Nogueras, la del rostro fiero? ¿Han aflojado en algún momento? Es que si lo mollar siempre fue la entrada en prisión de Puigdemont, y los de Bruselas, y eso estaba descartado, ¿qué haría aflojar al grupo independentista irredento? Una desigual posición de partida, parece innegable. Tener el gobierno era la oferta. Para Sánchez imaginad. Y para Yolanda. Era una coalición-cemento. Y por tanto dispuesta (la coalición) a la rueda de molino. Pero insisto, ¿en qué momento unos se pararon y los otros dudaron en aflojar? Y por dónde y por qué. ¿Lo sabremos algún día? La negociación hubiera sido otra con Puigdemont en la cárcel. Nogueras hubiera tenido otra cara. ¡Y Sánchez! Pero el juez Llanera no ha tenido éxito y, me temo, no lo va a tener nunca. Y todo se ha elevado a una suerte de cosmogonía, a dos. Fachosfera vs. Progresfera. El muro levantado se ha elevado por encima de la estratosfera. Lo cual que hago una abstracción y me pongo a leer de esto dentro de 300 años y levanto los ojos del libro y me digo que estos tipos estaban locos perdidos. Pero en el corazón de la batalla es muy difícil ver con claridad, hay demasiada oscuridad y demasiado ruido. Y esta cosa del pinganillo, además. Es como lo de Lenin: cuando seas yunque, aguanta; cuando seas martillo, golpea. En el fondo estamos ahí. Son los niñatos de los abuelos que perdieron y ganaron aquella guerra fraterna. Me dijo convencido.
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