Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Cuenta la Historia que Pirro, rey del Épiro (región de la antigua Grecia) hace unos 2.300 años, tuvo la osadía de vencer a los todopoderosos romanos en una guerra para la cual movilizó a su ejército y que le costó, a su vez, la pérdida de una desmesurada cantidad de sus soldados, tanto que le llevó a decir una conocida frase: "Otra victoria como ésta y volveré solo a casa". Desde entonces a cualquier victoria a coste muy alto se le conoce como "victoria pírrica".
Cuando yo era pequeño, me entretenía entre otras cosas en la lectura de todo lo que caía en mis manos. En esa instrucción me quedó clara una cosa, que si los pérfidos rusos comeniños atacaban con armas nucelares sólo podrían destruir el mundo tres veces, mientras que si los americanos rubios y de bondades sin fin contraatacaban lo destruirían al menos diez veces. Con esa superioridad en la comparación me consolaba en mi inmadurez.
Y como siempre he creído en que no hay nada nuevo bajo el sol, al leer las declaraciones de estos últimos días de Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, en las que advirtió de que un ataque nuclear contra Ucrania "provocaría una "respuesta militar" de Occidente tan "poderosa" que "aniquilaría" al ejército ruso, por lo que instó al presidente ruso, Vladimir Putin, a no "marcarse un farol" (en ese galleo habló algo también de dejarlos sin merienda, pero eso no lo entendí muy bien) no he podido evitar recordar a Pirro y sus victorias.
No sé, pero que Putin en su locura aniquile todo atisbo de vida a mí no me tranquiliza ahora. Ni aun pensando en que hasta la última dacha de la Siberia más profunda sea aniquilada en justa retribución se me calma el ánimo. Ni aunque se aniquile seis veces por si acaso. Serán cosas de la edad o de mi cerebro reptialiano, yo qué sé ya.
Lo curioso de la historia de Pirro es que tenía a un diplomático, Cineas, cuya persuasiva elocuencia se dice que ganó más ciudades para Pirro que sus ejércitos. Roma hasta estuvo a punto de claudicar. Aunque en esta ocasión les salió bien la jugada a los itálicos ejércitos.
Pero en la situación que vivimos ¿a alguien se le ocurre que, aparte de los fabricantes de armas y los reclutadores de ejércitos privados pueda haber ganancia para alguien más? Bueno, sí, los especuladores en general también.
Socializar las pérdidas, el viejo recurso de los trileros del ultraliberalismo. Los muertos del pueblo, las ganancias para unos poquitos.
En cuanto a la vida de Pirro y coetáneos, al menos ellos tenían poetas a sueldo que cantaban como victorias épicas hasta cuando perdían a los dados. En el plan que vamos, las victorias de no se sabe quién las cantarán las cucarachas y algún musguito despistado, que son los que van a sobrevivirnos... para fortuna de la Tierra.
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