Cuando te arrastra la vida

Quousque tandem

15 de julio 2024 - 03:06

La emigración es una constante en la historia de la Humanidad y casi siempre la causa la pobreza. Huir de la miseria y buscar un lugar para prosperar es la razón por la que se abandonan familia, casa, patria y arraigo. “Cuando te arrastra la vida y te vas lejos de España”, cantaba Antonio Molina por colombianas. También las guerras nos hacen ver el horror en los ojos de los refugiados. Pero si el emigrante lucha por quedarse, el refugiado sólo ansía volver.

Los países ricos se enfrentan desde hace decenios a un continuo goteo de emigrantes que de modo legal, utilizando triquiñuelas o saltándose literalmente leyes y fronteras, arriesgan sus vidas con la idea de encontrar su propio Eldorado donde disfrutar de un futuro mejor. Lo que no siempre es posible y sólo en contadas ocasiones ocurre sin provocar tensión social, rechazo, enfrentamientos y xenofobia como hemos podido comprobar esta última semana al respecto de los menores no acompañados que Canarias es ya incapaz de atender. Lamentablemente, y cómo es habitual, nos encontramos con análisis políticos de brocha gorda y sal gruesa. Ni esta inmigración, como defienden desde cierta izquierda, se convierte en la panacea que aliviará todos nuestros males porque el ídolo de la selección española de fútbol sea hijo de inmigrantes, ni, como airean al otro extremo, estamos sufriendo una invasión de peligrosos delincuentes organizada por diabólicos globalistas. Ni son niños como los nuestros –tristemente para ellos, pues han conocido la miseria, el abuso, el dolor y las mafias de traficantes–, ni son criminales natos. Son seres humanos que requieren ser ayudados. Un país decente, y España lo es, no puede abandonar a nadie en una embarcación a la deriva en mitad del mar, ni desentenderse de los menores cuya identidad desconoce y dejarlos a su suerte. No honraríamos nuestros compromisos internacionales, ni nuestros principios jurídicos y morales, ni nuestra historia.

El problema es complejo, requiere un profundo análisis y un plan que ofrezca soluciones reales y no parches, tanto en los países de origen, como en los de tránsito y destino. Algo que España, puerta de Europa, no siempre es. Si nos limitamos a mentir de modo interesado en lugar de desmenuzar la verdad, desarticular las mafias e implementar soluciones, sólo empeoraremos las consecuencias indeseadas de una situación que podría aportar soluciones a un continente envejecido.

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