Notas al margen
David Fernández
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Un artista del hambre o ayunador es aquel que permanece en ayuno completo para la contemplación y el deleite del público. De esta forma nos lo transmite el homónimo cuento del genial Kafka: un artista del hambre se encierra en una jaula y durante cuarenta días es observado por el público. Pero a la vez que pasan los días, el interés decrece y, con él, el número de visitas. Da igual el sufrimiento que viva, que incluso se cuestiona su realidad. Con el tiempo la gente pasa a su lado sin verle. Ya no importa ni el final que tendrá.
Esto nos ocurre a todos. Perdemos el interés por las noticias, aunque sean muy graves: estafas, corrupción, malversación, reyertas, asesinatos o guerras. Estamos rodeados de artistas del hambre, de la mentira, del sufrimiento, del dolor o del engaño…
En un primer momento, es una exhibición pública y deseamos devorar información, ser los primeros en tener conocimiento. Pero a la vez que pasan los días nos acostumbramos a todo, incluso al dolor, al sufrimiento, a la guerra y a la muerte.
Existen muertes de primera, segunda y tercera categoría. Cada uno tiene sus muertos favoritos. Se justifican asesinatos y se ignoran otros. Se retuercen las palabras, cambiando sus significados. Justicia o autodefensa son blancas y negras según quien las esté pronunciando. Se minusvaloran otras como matanzas, daños colaterales o genocidio. Todo está al servicio de la causa política de su bando.
Seguimos siendo unos salvajes. Libia, Siria y Yemen apenas se nombran. Sudán, Birmania o Etiopía no tienen ni un minuto en las noticias. Haití solo llega a las portadas cuando muere un occidental. Y Ucrania o Gaza se han convertido en eslogan político para las elecciones europeas.
Si esto ocurre con los seres humanos, no me puedo ni imaginar lo que pasa con los animales. ¿Y las catástrofes naturales? Predominan más las pasarelas de reporteros que los afectados.
Pero debe existir la esperanza. Los corazones se deben conmover, el cuerpo temblar, los ojos brillar de emoción. En Brasil han tenido lluvias torrenciales y tras ellas grandes inundaciones. En unos primeros momentos se hablaba de una treintena de muertos, pero en las últimas -y escondidas- noticias se habla de casi doscientos. Pero a la vez que la desgracia aumentaba también lo hacía la solidaridad y no solo para los seres humanos. Pequeños grupos de voluntarios fueron en busca de los animales que estaban abandonados. Caballos, gatos y perros esperaban con frío, hambre y mucho miedo a sus rescatadores.
Si se ha dado este paso tan bonito y civilizado con los animales, ¿cuándo se va a aprender a realizarlo con los seres humanos sin tener en cuenta su nacionalidad, raza o credo?
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