Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
En 1752 reinaba Fernando VI en la vasta España imperial que abarcaba territorios en cuatro continentes. En Algeciras las Hermanas del Rosario de la Virgen de Europa ya cuidaban a sus ancianos; entonces la caridad y beneficencia cristiana era el único auxilio de quien nada tenía.
En 1905 comenzó a construirse el Asilo de San José, a lo alto del cerro de El Calvario, donde ya se erigía la Plaza de Toros de La Perseverancia.
Antes se proyectó situarlo donde luego existieron los cuarteles de Fuente Nueva, terrenos que había adquirido el Ayuntamiento por donación. Luego tal suelo fue cedido temporalmente por el municipio al Ramo de Guerra, y recuperados mas de ochenta años después por la eficaz insistencia del alcalde Patricio González, a pesar de las reticencias del Gobierno central para devolver lo que era nuestro. Ahí se ubicará el futuro Conservatorio Paco de Lucía si la Junta de Andalucía tiene a bien cumplir sus compromisos con esta ciudad, lo cual viene siendo cuando menos incierto.
El hecho es que el Asilo de San José se terminó en 1914 y hasta 1999 acogió, en sus últimos días, a cientos de algecireños cuidados con cariño y sacrificio por las hermanitas de los Pobres Desamparados. Y no solo cuidaban a sus ancianos, sino que cuidaban el edificio. Y también el catalogado jardín trasero del mismo, verdadero patrimonio de nuestra ciudad. El propio PGOU municipal obliga a mantenerlo por su interés histórico, urbanístico y etnográfico, como exponente de la identidad local, considerándolo de especial protección.
Y en qué mala hora se entregó a manos del municipio, ya que desde entonces, varios proyectos de rehabilitación fueron anunciados, y ninguno ejecutado. Podemos recordar que el actual alcalde, entonces en la oposición, allá por agosto de 2007, pedía al entonces equipo de gobierno que aclarase sus planes sobre el inmueble. Desde 2010 se halla clausurado y en estado de ruina inminente, y hoy en día seguimos, como Landaluce en 2007, sin conocer qué se pretende hacer con esta joya de nuestro patrimonio social e histórico.
Es más, surge la pregunta de si el Ayuntamiento cumple sus obligaciones de mantenimiento mínimo. La respuesta es triste y evidente.
Esperemos que la próxima inauguración del muy cercano Museo de Paco de Lucía sea brillante y rebosante de autoridades. Y que éstos suban desde Blas Infante por la acera del Asilo, que los veremos cuando lo alcancen, agachar la cabeza y acelerar el paso.
O esperemos que no y que 25 años después, se le dé a este edificio la rehabilitación que merece. Y que no acabe derruido y deshonrada la memoria de tantas religiosas que dieron su vida por cuidar a nuestros antepasados.
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