Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
HABLANDO EN EL DESIERTO
La belleza física, la que atrae, despierta pasiones y desata trastornos de la conducta, es subjetiva, depende de los ojos que la ven, de la idea de belleza particular de cada uno y de las fijaciones personales en edad temprana. La belleza objetiva es aquella, que aun sin dejar de ser un tipo de perfección, no atrae con su sola visión, ni mucho menos rinde voluntades. Sí, son perfecciones humanas para esculpir en arcos de triunfo napoleónicos, en monumentos a próceres benefactores de una ciudad o como tanagras y bibelots para coleccionistas. La belleza es tan subjetiva que ha dado una frase conocida de todos: "Se ha echado novio. No sé que le habrá visto." Pues, le ha visto la belleza subjetiva, no ninguna otra cosa oculta por el pudor de la vestimenta, e incluso en la desnudez hay subjetividad: no basta un cuerpo armonioso, ni las hermosas piernas del rubicundo Aquiles, tan admiradas en la guerra de Troya como elogiadas por Homero.
Digo esto porque he leído una encuesta de los hombres más deseados de España. Aquí "deseado" debe interpretarse como cosa distinta a las bellezas subjetivas y objetivas. Hay deseos extrafísicos, por la fama o el cargo del deseado: en primer lugar está el príncipe de Asturias, que fue, como su padre, una belleza adolescente objetiva; pero hoy, fuera de su alta posición, es un hombre corriente. En segundo y tercer lugares figuran Rafael Nadal y Cayetano Rivera, bellezas sin dudas, sin contar con el tenis ni el toreo. El cuarto es Javier Bardem, hombre basto y excesivo que suele gustar a las mujeres para fantasías sexualidades extravagantes. El quinto es Jaime Cantizano, que no sé quién es por la misma razón de que él no debe saber quién soy yo, un guapo objetivo, tan objetivo que es de los "guapos para su madre". Pero es que en sexto lugar, dos antes que Fernando Torres, está el presidente de Gobierno, una belleza húmeda, de goma.
La expresión "húmeda, como de goma" fue un hallazgo feliz de un antiguo amigo mío. "Era guapo y tenía un cuerpo bonito; pero húmedo y como de goma". El presidente del Gobierno, salvo para mujeres caprichosas y ambiciosas está pasado de edad para ser el sexto de los españoles más deseados. (Es de destacar que los gráficos de esta encuesta, en el apartado de los hombres que sienten deseo por estos hombres citados es cero, luego las encuestan nos engañan.) La belleza, la verdadera belleza subjetiva, que es la que nos interesa, está en la calle. No ha hecho nada, no gobierna ni ha obtenido ninguna medalla, ni es famosa ni conocida. No lo necesita. Tiene un don natural que, por fortuna, no conoce, si no sería muy peligrosa. Pasea por la calle sin saber sus poderes. No tiene que añadirle ningún mérito porque la belleza ya lo es en sí. Se tiene porque sí, gratuitamente. No sale en las encuestas porque es anónima y fugaz. Si saliera, nublaría la dudosa belleza del poder y del éxito.
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