Bienvenida, chiqui

11 de enero 2025 - 03:06

Andalucía gana mucho “chiqui” y mucho “aishh”, que es lenguaje de frutera de Utrera que pone a parir a la Manoli con la Pura y a la Pura con la Manoli, de marisabidilla que te acaricia el pelo con cariño materno porque no tienes ni idea de nada y ella de todo. Montero nunca se fue de la bendita tierra, pero vuelve. Y vuelve por todo lo alto, consciente de que es la única –y ciertamente lo es– de, si no hacerlo resurgir, al menos conseguir que el PSOE plante algo de batalla en las autonómicas de 2026. Vuelve en el mejor momento político de su vida y más graciosa que nunca, con ese histrionismo de maestra del folclore que ha ido perfeccionando en los Madriles para no quedarse a la cola de la adulación al líder.

De todas las actividades anodinas que existen, ver las intervenciones de Montero sin sonido es una de mis preferidas. Tiene un encanto chaplinesco o atkinsoniano. La de este miércoles, cuando presentó su candidatura, la disfruté entre lagrimones de descojone profundo porque esos movimientos de manos y de cuerpo solo los he visto en oradores que a partir de los años 20 del siglo pasado les dio por montar la mundial. La vicepresidenta hablaba español, pero chico, no sé, a mí en mute se me parecía al alemán o al italiano.

La que se montó en Sevilla por la tarde contrasta con la que se montó en Soria por la mañana. Dos revulsivos de sus respectivas federaciones comparecieron para anunciar su candidatura a unas primarias que no existen y de las que alardean aquellos que, al sentir la necesidad constante de repetir como una letanía que el suyo es un partido muy democrático, acaban revelando que algún escupitajo le han echado a la democracia. Un guapote de verdad no va diciendo por ahí que lo es y alguien que no miente no jura por Dios tres veces.

Hablaba del contraste entre Sevilla y Soria. Si uno no ha ido nunca a la tierra de Leonor y tiene que imaginarse cómo es un soriano, seguramente le venga a la cabeza un tipo como Carlos Martínez: sencillote, de chanza pertinente, que presentó su candidatura con sobriedad en una sede austera que recuerda a la de una asociación de fiestas vecinales. En Sevilla había pantalla LED, mucho griterío, brazos arriba, beso empalagoso y entrada con picoteo incluido. Montero acaba cayendo en el vicio de quien, de tanto que ha adulado, termina por necesitar una congregación de adláteres que le devuelvan los aplausos. Y encima va y dice que se ha demostrado que el caso de los ERE se lo ha inventado el PP. Aishh, ponme cinco plátanos, anda, chiqui, que se me baja el potasio.

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