Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
La escasez de vocaciones religiosas en órdenes con gran dedicación a la educación y a la enseñanza incide desde mucho tiempo atrás en la abundancia de seglares en el profesorado de sus colegios. Y no es difícil encontrar entre ellos agnósticos cuando no directamente ateos. Es una paradoja, desde luego; pues una familia que lleva a un niño a un colegio de titularidad religiosa lo hace con la determinación de que sea educado en la fe católica. De añadido, es muy común la estrategia de mandar a Roma, a la Casa matriz o a algún destino de interés para la Orden, a los mejores; sobre todo si son jóvenes y se espera mucho de ellos. De este modo, tenemos cantidad de colegios de titularidad religiosa que, salvo por la decoración y algunos gestos, pueden pasar por privados laicos. Y eso sí, una Roma llena de curas y religiosos de todas las extracciones.
Algo parecido está pasando con las mujeres que el Partido Popular de Algeciras va incorporando a sus filas. No es que sea cosa exclusiva de mujeres, ciertamente, pero da la impresión de que es este colectivo el que resulta más afectado por las promociones internas. Lo de las cuotas es más bien de izquierdas, porque en las derechas siempre han aparecido mujeres relevantes, sobre todo líderes, que no han necesitado recurrir a proporciones para dejarse ver. El alcalde Landaluce muestra una rara habilidad para rodearse de mujeres inteligentes con capacidades muy a la medida de las necesidades demandadas por la sociedad. Las incorporadas por el alcalde a su formación, por lo general, tenían la vida resuelta y no parecían interesadas por la política. Como en algunos casos con los jóvenes varones, Landaluce ha elegido a personas preparadas y las ha ido convenciendo para que tomaran partido. El procedimiento es bueno y cómodo para la jerarquía, pues todos acompañan con su natural gratitud la satisfacción por ser reconocidos y promocionados. No es bueno rodearse de masa acrítica, pero es confortable. Lo malo es que se tarda, en el mejor de los casos, en cubrir las bajas porque los promocionados cada vez se encuentran mejor en sus destinos. En los colegios enseñan quienes no están bien ajustados al proyecto religioso del centro y en las dependencias municipales empiezan a notarse las carencias. El “José Luis Cano”, por ejemplo, se está desertizando. En cuanto a la presidencia de la Mancomunidad, no hay poco de qué hablar, así que no hay nada que decir.
También te puede interesar
Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Niño-Dios de esta noche
La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca estuvieron todos
Lo último