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La identificación de Jesús Melgar con Algeciras es semejante a la que tuvo Pepe Vallecillo o a la que tiene Miguel Ramos "Miguelete". Tampoco Melgar nació en nuestra ciudad. Bien es verdad que casi casi, pues vio su primera luz en la estación de San Roque, de modo que sensu stricto, el amigo Jesús no es algecireño de nativitate. Y ¡Vive Dios! que es como si lo fuera. Por su apego personal y profesional y por cuanto como ha vertido de su saber y entender, a la causa del algecirismo; como diría Andrés Siles, al que alude con tal intención, Tomás Herrera Poveda, en su ensayo De la calle Munición a La Perseverancia.
Jesús Melgar merece una adopción relevante que despeje dudas sobre expresiones como a las que acude, a propósito del personaje, su compadre y ascendente Carlos Herrera, una estrella de la radio de tan destacada presencia y notoriedad que no precisa alamares.
Escribía Herrera en El Semanal, allá en el ocaso del verano del pasado año, lo siguiente:
"El verano, sus días de asueto, me dan la salida en el Sur del Sur: la feria de Algeciras, cuando empieza a borrarse junio, me permitió añadir una muesca al revólver de las dianas. Si bajo a la tierra de Jesús Melgar, entiendo que hay tres lugares que no debo pasar por alto: el bar del llorado Rebolo hoy en manos del magnífico Manolito, en la calle Sevilla, la barra vinícola y sabrosa de Las Duelas mimo y excelencia y una mesa en Marea Baja para saborear fideos caldosos. Pero esta vez descubrí con agrado en la Plaza Mayor un gastrobar de nombre Abreboca que me dejó pasmado: atención a sus diseños modernos y a su tartar de atún de almadraba".
Aparte de inspirar alusiones de esta guisa, que dan lustre a nuestra imagen, Melgar ha prestado generosamente sus habilidades periodísticas a una interminable colección de aconteceres. Su mediana edad le ha permitido situarse en la cresta de multitud de acontecimientos locales, regionales, nacionales e internacionales, sin dejar de ser quien es y arriesgando el tipo en no pocas ocasiones, desde que en los primeros setenta empezó a forjarse como reportero de punta y rasga en todos los medios a su alcance y en el día a día del Campo de Gibraltar en los últimos cuarenta años.
Pláceme pensar en que Jesús Melgar Gómez sea elevado a la dignidad de Hijo Adoptivo de Algeciras. Y quisiera invitar a sus compañeros y amigos a que me acompañen en el pensamiento y se pongan a la tarea. A tantos cuantos lo conocen y están, por ello, en condiciones de airear sus méritos y de situarlo en el cuadro de honor de nuestro paisanaje.
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