El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Veinticinco
La esquina
Los cien actos que ha ordenado Pedro Sánchez para conmemorar los cincuenta años de la muerte de Franco constituyen el último ejemplo de su capacidad infinita para retorcer la Historia a su entera conveniencia. Para torturar la realidad hasta que se someta a su interés más inmediato y coyuntural.
Acuciado por los interminables líos judiciales de su entorno y la fragilidad de una mayoría parlamentaria que no es tal, el presidente del Gobierno se acoge al comodín de Franco, el trampantojo recurrente de sus momentos más dramáticos. Con torpeza e inoportunidad. En primer lugar, empieza a celebrar el 8 de enero algo que no ocurrirá hasta el 20 de noviembre. En segundo lugar, no se puede festejar a la democracia española, que nació del consenso y la reconciliación, con una iniciativa sectaria, sin participación de todas las fuerzas políticas. En tercer lugar, la libertad y la democracia no llegaron a España el 20 de noviembre de 1975. Después de esa fecha y durante bastante tiempo aún hubo presos y exiliados políticos, torturas en las comisarías y muertes violentas de manifestantes. En diciembre de 1977 un disparo policial mató a nuestro García Caparrós. Puestos a fijar hitos del ejemplar proceso democrático, cualquier demócrata no contaminado por el sectarismo y la manipulación hablaría de las primeras elecciones libres desde la República (junio de 1977) o del referéndum para aprobar la Constitución (diciembre de 1978). Pero, claro, a saber dónde andará Pedro Sánchez en 2027 o 2028. Tampoco me olvido, en cuarto lugar, de que la conmemoración elegida se asocia a un hecho puramente biológico, sin asomo de épica colectiva por ninguna parte. El dictador se murió de flebitis y desgaste de materiales y, aunque algunos miles de españoles lo celebramos bebiendo champán, doy fe de que muchos más lo despidieron llorando en la cola de su capilla ardiente y muchísimos más mostrándole respeto y devoción. De heroísmo andábamos cortitos.
Con candor inconfundible una fuente anónima de La Moncloa ha confesado en su periódico favorito que “el Partido Popular está muy incómodo cuando se habla de Franco”. Acabáramos. ¿Se monta todo este teatro en cien actos para incomodar al PP? Dicho sea de paso, el trampantojo del fiambre también lleva incorporada una trampa más artera: invitan a destiempo al rey Felipe y si no va por motivos de agenda sugerirán que, claro, es heredero de Franco.
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