“Por mis cojones”

06 de julio 2024 - 03:06

Cuando un empresario hotelero le preguntó al fallecido exdirector general de Empleo de la Junta, Javier Guerrero, a través de qué programa podía solicitar la ayuda de 36.000 euros que le había prometido para reparar unas humedades en su establecimiento, este le contestó que en el “Pormisco”. Ante la cara de extrañeza del empresario, Guerrero prosiguió: “Que te van a dar el dinero por mis cojones”. Es una de las frases que mejor define el caso de los ERE: desvergüenza, chulería, sentimiento de impunidad de quienes sospechaban que se podía gobernar una comunidad toda la vida.

El andaluz tardó en dejar de mirar para otro lado porque a fuerza de costumbre devino conformista. Con la consecución del Estatuto creímos alcanzada la tierra y la libertad, a pesar de que tenemos un himno que nos recuerda que jamás debemos dejar de pedirlas. Durante mucho tiempo el andaluz tuvo miedo de votar otra cosa que no fuera socialista, como se tiene miedo a dejar las relaciones largas condenadas al fracaso porque recordamos que algún día fuimos felices y nos hicieron bien.

Los ERE nos recordaron que es peligroso no levantarse cada día y luchar un poquito por la libertad. El mayor caso de corrupción desde la reinstauración de la democracia es también el mayor caso de inmoralidad que se haya visto por la dificultad endémica que la comunidad siempre ha tenido para acceder a un trabajo. Por eso hoy el andaluz se queda con cara de tonto con las anulaciones de condenas del Tribunal de Constitucional a altos cargos socialistas de la Junta a pesar de que ha quedado probado que el sistema clientelar instaurado dejó los pasillos de San Telmo hecho unos zorros y que quien no sabía era porque prefería que no le contasen.

Por eso el andaluz tiene hoy derecho, como mínimo, a la sospecha, a que le chirríe que la ponente de las sentencias del Constitucional sea Inmaculada Montalbán, que en 2012 recibió de la mano de Griñán la Medalla de Andalucía. Por eso el andaluz tiene hoy derecho a la indignación cuando un Juan Espadas desnortado recupera la teoría de los “cuatro golfos” de Manuel Chaves, quien junto a su sucesor también verá en dos semanas sus condenas anuladas. Al igual que los argumentos esgrimidos por Motalbán, no es menos lícito que algunos piensen que es este uno de los tribunales constitucionales más desvergonzados que se recuerdan. Jamás se ha ocultado que está formado por magistrados de incuestionable prestigio que la única forma que tienen de acceder a ese cargo es subyugándose al aliento político, pero jamás había importado tan poco demostrar que es así. El TC de Conde Pumpido, el CIS de Tezanos, la Fiscalía de García Ortiz… El descrédito de las principales instituciones llega cuando sus apellidos cobran más importancia que sus nombres.

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