Crónica personal
Un cura en la corte de Sánchez
No es posible escribir un artículo este 7 de octubre, aunque se publique un día después, sin recordar que hace un año la organización terrorista Hamás asesinó a decenas de judíos y raptó por la fuerza, vaya pleonasmo, a 700 rehenes israelíes y este acto contra la Humanidad generó una respuesta tan bárbara y cruel contra el pueblo palestino, ya cercado por muros como si de un inmenso campo de concentración nazi se tratase, con una guerra, si cabe aún más violenta y apocalíptica sobre decenas de miles de inocentes provocando un genocidio al que el resto del mundo mira con horror y muchos con indiferencia.
Sé, sobre seguro, que este horror lo leerán o verán todos ustedes hoy, decenas de veces, y como yo habrán pasado por todas las etapas de la contemplación inerme, perplejidad; ira; miedo; compasión; venganza y ya casi deseando pertenecer a otra especie que no sea la humana. Quizás hagan como yo, dejar de mirar la mayoría de esas terribles imágenes, como si desde de la pantalla del televisor empuñase una arma sofisticada contra la cabeza de un niño y la hiciese estallar. Vergüenza y rabia de sólo colaborar con alguna ONG; asistir a algún acto contra la guerra y no tener el poder de cambiar las cosas.
La ONU, que nació en 1948 tras la II Guerra Mundial para evitar el genocidio contra judíos, minorías étnicas y disidentes de la normalidad, como homosexuales o comunistas, lo hizo con el lastre de los poderosos, de aquellos que ganaron esa innoble guerra EEUU, Rusia; Francia, Gran Bretaña y China, que obtuvieron el Derecho de Veto contra cualquier propuesta que no les conviniese. Y crearon un estado para lavarse las manos por su falta de acción contra lo que ellos sabían que se cometió, el genocidio judío. Un nuevo estado, Israel, en las tierras de las que nunca se fueron, pero pobres como las ratas, los palestinos. Y aunque después se haya aconsejado la creación de un doble estado, el de Israel y Palestina, jamás se creará mientras hombres como el extremista Netanyahu o los asesinos de Hamás sean los que tengan que ponerse de acuerdo.
Los estados Occidentales no van a mover ni un dedo por Palestina, porque tienen varas de medir distintas para los conflictos. En Ucrania se dieron por aludidas en la invasión rusa de este país, y no hubo Comité de No Intervención (falso) como en la Guerra Civil española. Ayudaron al invadido. Ahora, el garante de la gran potencia que es EEUU en el Próximo Oriente es Israel y nadie la va a parar. Que se invade otro país como es Líbano, que resuenan en nuestros oídos, los nuevos llantos y gritos que imploran ayuda, ¿le importa a alguien?
Sigan comiendo y ladeen sus cabezas con repugnancia hacia el infinito.
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