Tengo que contaros algo

05 de abril 2025 - 03:06

Que la vida avanza lo demuestran las noticias que te dan tus amigos. Lo que viene detrás del “os tengo que contar algo” varía en función de la década. Aún recuerdo cuando mi amigo el Moro nos confesó con 16 años que se había tuteado con la gran femme fatale algecireña. También, cuando el viernes siguiente nos esperó en la puerta de la discoteca el exnovio con un ejército de prosélitos que ni Los Bastardos cazando nazis. Se ve que al Moro no le sirvió de escarmiento porque mantuvo la costumbre del coito con las reinas de los carnavales.

A los 16 todo era eso: un amigo tenía algo que contarte y un lío con la Patri o la pérdida de la virginidad eran el acontecimiento revelado, aunque te costasen un susto. Alcanzada la treintena, la convocatoria extraordinaria del camarada para dar una noticia brilla de lejos como el diamante que nos va a contar que le ha puesto en el anular a la futura esposa y pringa en la distancia como el meconio que, en plan aspersor, va a desahuciar la camisa puesta el día que su mujer dé a luz al hijo que, nos dirá, están esperando. Así, llegada esta edad, por experiencia adquirida, uno acude a las citas barruntando el apoquine por la boda con catering mangante o con el conjuntito de Mayoral ya mirado. Siempre hay quien te sorprende, claro, como otro amigo mío, ingeniero aeroespacial, un Einstein obsesionado con los patitos de goma, que nos reunió para contarnos que iba a rechazar un trabajo en el que le ofrecían buenos cuartos y se iba a hacer profesor de instituto. Pero, ay pillo, ya estaba casado. Y los patitos de goma flotando en el Manzanares.

Da así como un poco de ansiedad esta espiral de eventos previsibles con los que la vida te deleita a los 30. Ignoro aún qué nos contaremos llegados los 40 y los 50, pero sospecho que se nos empiezan a acabar las buenas noticias para las convocatorias extraordinarias: tal vez haya algún libro escrito o una tercera paternidad que confesar, puede que un pequeño ascenso laboral, pero me temo que en las juntas urgentes se anunciará que el niño se te ha hecho del Barça, que por tolai te ha dejado la mujer o que el lunes empiezas la quimio. Sin embargo, la vida se entiende mejor cuando se conocen sus probables y aceptamos que crecer también significa que nos esperamos las noticias que nos van a dar. Al fin y al cabo, lo insólito sería que con 35 años nos reuniese mi amigo el Moro para contarnos que ha vuelto a intimar con la Patri. Y entonces, uno, que ya no estará para huidas ni sustos, decida no volver a entrar con él en una discoteca.

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