Cosas que nos gustan

Su propio afán

08 de abril 2025 - 03:05

El equilibrio se consigue leyendo tanta poesía como periódicos, contrapesándolos. Si les dedicas el mismo tiempo, puedes cruzar el cable sobre el vacío de la actualidad sin perder la sonrisa. En el libro Todas las palabras del mundo (Bookman, 2025), Enrique Anrubia se marca un poema en prosa que es una estupenda enumeración caótica como las que practicaban Borges y Chesterton. Se titula Cosas que me gustan del mundo. No son pocas:

“El invisible olor a leña en una calle de pueblo, el crujido del pan recién hecho, la sábana de una cama en esas noches frías de la sierra en verano, pero también las noches de forro polar y pantalón corto con sandalias. Abrazar con las manos frías una taza enorme y blanca llena de café con leche caliente, llegar a la cama agotado y sonreír, poner la nuca bajo la ducha caliente y dejarla correr un rato sin segundos o minutos. Oír “te quiero” cuando deseas oírlo pero no lo sabes pedir, bucear y señalar algo a alguien y decir con burbujas y sin palabras: “mira eso, mira eso”. Tirarme en plancha contra las olas de la playa por pequeñas que sean. Desear mucho, mucho, mucho ver a alguien. Verle. Y volver después en autobús o tren mirando por la ventana. Comentar una película como si uno fuese el protagonista antes que un crítico. Pan tostado y aceite del muy bueno, y sal. El olor de los suéteres de mi madre cuando la abrazo. La primera semana en la que estreno un reloj. La perfecta metafísica entre el empeine y un balón. Lo que notas en el estómago cuanto te lanzas al mar desde más de tres metros. Saberse protegido. Saberse perdonado. Saberse de verdad reconciliado. Los chupa chups Kojack. Esa línea de espuma de la cerveza en los labios tras y durante el trago. El trozo de queso gratinado en los macarrones. Una frase fantástica en un diálogo de una novela. El abrazo que sigue a un beso suave y largo. Los emanem’s con cacahuete. La esperanza”.

Manuel Alcántara, más parco, había escrito un gran poema con la idea: “Le gustaban pocas cosas:/ el alcohol y las ventanas,/ el mar desde una colina,/ el mar dentro de la playa,/el olor de los jazmines,/ los libros de madrugada,/ el sol, el pan de los pueblos,/ Quevedo, recordar África/ las noches y los amigos/ el verano y tus pestañas”.

Yo podría hacer mi lista –estoy haciéndola–, pero lo urgente es no olvidar que hay cosas que nos gustan y que nada debe quitarnos el gozo y el agradecimiento de estar vivos.

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