Ojo del muelle
Rafa Máiquez
Ya tenemos el lío formado
Editorial
EL Debate sobre el estado de la Nación, que se celebró ayer en el Congreso de los Diputados, confirmó los peores augurios que se habían formulado: la situación política continúa estancada en medio de una crisis económica cuyo final ni se vislumbra a medio plazo. Descartada la eventualidad que más conviene a los intereses del país, es decir, un gran consenso nacional anticrisis, los contendientes que la tendrían en sus manos se limitaron a reiterar sus posiciones ya conocidas. Por un lado, el presidente Zapatero asumió plenamente que el baño de realismo al que le han obligado los mercados y los organismos internacionales ha liquidado por completo no sólo su programa electoral, sino también los ejes del discurso de investidura gracias al que accedió al poder hace tan sólo dos años. En esta ocasión se evidenció la soledad en que se encuentra en la Cámara legislativa, agudizada por este propio giro político, la retirada del apoyo de los sindicatos a causa de las medidas drásticas de ajuste y control del déficit y, en los últimos días, por la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, que le ha granjeado la desafección de los nacionalismos que en otras ocasiones le han ayudado a componer mayorías de conveniencia. Por su parte, el líder mayoritario de la oposición, Mariano Rajoy, no aportó otra cosa que la denuncia de las contradicciones del presidente, sin ofrecer un programa alternativo ni pronunciarse acerca de las medidas de austeridad y pidiendo, por vez primera, la disolución de las Cortes y la convocatoria anticipada de elecciones generales, a lo que Zapatero replicó con la invitación a presentar una moción de censura. Las intervenciones posteriores de los portavoces de CiU, Duran Lleida, y PNV, Erkoreka, acabaron por perfilar el escenario político actual: ni Zapatero ni Rajoy pueden contar con ellos para estas operaciones con las que ambos pretenden encauzar la situación, siempre a favor de sus respectivos intereses. El estancamiento se confirma, pues, y el Debate sólo ha podido reflejar que no existe una salida nacional pactada a la grave coyuntura que atraviesa el país. Estamos donde estábamos. Como era previsible.
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