Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Su propio afán
Entre estupor y alipori produce el espectáculo del congreso del PSOE. Autocrítica cero y decoro ninguno. La corrupción les cerca de cerca, han fracasado en prevenir y en reparar la tragedia de Valencia, y rompen sistemáticamente la igualdad ante la ley entre españoles, pero siguen aplaudiéndose a sí mismos.
Si fuese por alivio, se entendería, porque lo cierto es que no se desploman en las encuestas, y los forofos les siguen hasta el barranco de la desvergüenza. Como las ofensas a la verdad más elemental (la de las hemerotecas) son tan claras y como el historial de servicios es tan sucio, cabe la tentación de abominar de la democracia. Si el pueblo quiere esto, ¡pues que disfrute de lo votado!
Pero el pueblo no quiere esto. El PSOE no llega en casi ninguna encuesta al 30% del voto: menos de uno de cada tres. Mucho, desde criterios racionales, pero muy poco desde el análisis estadístico. El problema, en consecuencia, no es de la democracia, sino de su falta. Un sistema de elección al modo presidencialista, donde se eligiese mayoritariamente en doble vuelta al primer ministro o presidente, resultaría mucho más ajustado a la voluntad popular. Y recuperaría la independencia del legislativo. La supuesta incompatibilidad con una monarquía parlamentaria es pura inercia teórica. Ahora el primer ministro depende en exceso de las negociaciones post electorales y de los votos de partidos que no miran por el bien común ni por los intereses de la nación.
Y cabe dar otra vuelta de seguridad que se le escapó al barón de Montesquieu. La celebración de referéndums sobre cuestiones candentes. Que el mandato general de representación venga compensado por una facilidad y frecuencia de apelar directamente a la voluntad popular sobre asuntos decisivos, como se hace en Suiza. Eso ataría en corto a los políticos mesiánicos. Por eso mismo, se resisten.
Yo podría parecer demasiado especulativo, pero conviene evitar que el desapego creciente por una democracia que no funciona (que no funciona) nos termine cogiendo por la espalda. Antes que echarle la culpa de lo votado al pueblo soberano, hay que arbitrar un sistema en el que de verdad sea responsable el pueblo (y no los cambalaches en los despachos con los independentistas). Hay a bulto dos terceras partes de españoles que no votan a Sánchez. Un sistema que, aun así, nos lo planta de presidente tiene, sin duda, fallos en la correa de transmisión.
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