
Diafragma 2.8
Paco Guerrero
De lección
Soplan desde el Ministerio de Educación vientos de ignorancia que mecen al desdichadito chaval al que, ay tanta Play, ay tanto Instagram, no le salen las derivadas y se embrolla con la sintaxis. Alegría es su apellido, pero trae penuria cerebral para los que vienen y cumple con los preceptos orwelianos de sus antecesores. Si en el Londres distópico el Ministerio de la Verdad manipulaba, en las Españas el Ministerio de Educación deseduca y malcría: pocos sectores más maltratados que este por las veleidades de una clase política cada vez más mediocre y “sin tiempo” para leerse unos parrafitos.
El caso es que se abren las puertas de acceso a la FP a toda la caterva de chaveas que presenten “evidencias” de que tiene unos “conocimientos mínimos” de matemáticas, lengua y tecnología. Circulan ya leyendas sobre dónde pone el personal el límite entre el entendimiento necesario y el excesivo porque ahora se dejará de exigir el papelito oficial y la recomendación del profesor buena gente.
Habrá, pues, que cambiar la nomenclatura educativa y quitarle esa “O”, tan terrible para el mozo hiperfelicitado, a la Educación Secundaria porque a este podrá ya mamá enseñarle en casa tres multiplicaciones, una letra to guapa del Word Art y un poquito de silabación; apuntarlo a un curso de Magic English y lanzarlo a la vida laboral a darse altas dosis de hostias de realidad. Hay algo peor que un crío frustrado porque no le sale la raíz cuadrada: un hombretón frustrado con 33 porque el sistema, a base de paternalismos, le ha evitado los reveses toda su vida tratándole como un pobrecito.
Se nos ha ido el país de las manos y desde los pasillos han decidido que la única palabra que rima ya con reversión es degradación. Las oposiciones light, de temario ligero y examen oral de concurso de Disney Chanel, vienen a paliar la falta de previsión de que, de repente, vaya por Dios, al funcionario le dé por envejecer y jubilarse; las puertas abiertas a la FP, sin un San Pedro que te pida hasta la interevaluación, llegan para demostrar la humillante claudicación ante el adolescente que nos impone la manera de educarlo y confirmar que el profesorado de la enseñanza básica ha perdido ya para siempre su virtuosismo. Búsquese otro trabajo, le dicen; vaya a enseñar a TikTok y conviértase en @kikeprofesor, le recomiendan; eche currículum en la Europea, pinta y colorea, le sugieren. Qué pena que la izquierda, que siempre se ha arrogado las lecciones de cultura e intelectualidad, contribuya a tejer la telaraña de una mente cada vez más holgazana; qué pena que esta izquierda, gran azote de la privatización, prestigie la educación limpiándole el orto y acariciando muy despacito a un chaval que mañana, cuando crezca y esté sentado en el váter, se dará cuenta de que ya no tiene quien le escuche.
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