Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Estode la Justicia deberíamos tomarlo en serio, empezando por la judicatura. Porque si el Ejecutivo y el Judicial han de estar sometidos al Imperio de la Ley, que aplican los jueces y magistrados, éstos han de estar fiscalizados por los otros poderes, no pueden ser “ajenos” en el sentido de no tener ninguna dependencia de aquéllos, independencia significa ser fiscalizados también pues, de no ser así: hablaríamos de hegemonía, o algo peor.
Una democracia no puede permitir que el Poder Judicial vaya por libre, por ejemplo que nombre sus cargos directores por una especie de prurito profesional demagógico, una magistrada es tan falible como yo, sus actos jurídicos están sujetos a análisis como todos, respetar significa no poder alterar sus resoluciones pero un aura sacrosanta de omnipotencia indiferente: eso sería el fin de la Libertad, de verdad, no la que dicen algunos... en fin.
Yo tengo dos sensaciones que comparto aquí por si fueren relevantes para algo o alguien. La primera es que los servicios de los juzgados son utilizados “ad hoc”, tener información sobre quién conviene que recepcione una denuncia es capital para su progreso, no digo que no se actúe bajo el peso de un posible delito sino que el debate sobre si lo hay o no a veces huele a prefabricado: yo voy, tú lo tramitas, tenemos ya la manteca montada y que sea lo que Dios quiera; denle la vuelta, porque a veces también tiene uno la sensación de que, con las Leyes en la mano, sin duda, se persiguen actuaciones que si no son prevaricando podrían parecerlo sospechosamente. La otra sensación es la de que dilatar un procedimiento, con buenos abogados y miles de recursos, recusaciones, peticiones, traslados... supone después de muchos años la prescripción o la absolución, jurídicamente correcta aunque repugne al sentido común; suele ocurrir con las grandes empresas o con la política, el sufrimiento y las consecuencias del pleito se pagan, pero las condenas no llegan... y si lo hacen, amnistiamos, cuestión legítima, yo no estoy en contra, pero no generalizadas, no es lo mismo una ciudadana no organizada que un dirigente político responsable de causar daños irreparables en la ciudadanía, no sé si me explico.
La Justicia tiene que parecer honrada además de serlo, porque es la garantía de la verdadera libertad, basada en el procedimiento y el cumplimiento de la Ley igual para todo el Estado, que está conformado por la ciudadanía participante en los procesos políticos. La gran novedad histórica que cambió todo fue esta noción de libertad sin el prejuicio de las clases o el género, de la humanidad sin sesgos raciales, y esto es el Estado, para mí de ahí hacia atrás no existen los Estados más que como propiedades de personas concretas a los que erróneamente atribuimos una representación más allá de sus carteras o sus gónadas. Me falta fe para creer en esa Historia, lo siento; cada cual a lo suyo y todas con el mazo en la mano, porque la separación de poderes tiene su fundamento en la interdependencia, si no... malo.
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