Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Podemos puede?
Dios es un concepto que abarca cuanto pensar se pueda... por eso no existe, porque realidad y pensamiento no tienen nada que ver. La realidad, mejor dicho, lo que llamamos realidad no es más que una forma de percepción de ese gigantesco todo vacío que es el universo, la masa sólo es una fluctuación de ese “espacio” total, una alteración de ese campo que ocupa todo. Pensar que hay un Dios creador es simplificar la idea del mismo hasta el ridículo antropomorfizante más vulgar, léase Mayor Oreja.
Me encantaría saber Física para explicar esto mejor, me conformo con no ignorar y tener curiosidad y no ser preso de prejuicios. Leo. El término infinitud no casa con lo que no tiene límites, es otra idea que aplicamos con alegría sin entender. Por ello, creer que la realidad “humanizada” es la realidad es no pensar que nosotros podríamos ser minipartículas para un sensorio mayor, y así ad nauseam hacia arriba y hacia abajo. Este mareo que siente usted se llamaba existencialismo: comprender que no hay cometido, sentido ni orden en lo que, a fin de cuentas, es vacío indiferente. La religión, digamos la emoción religiosa, está latente en nuestro cerebro, es su forma de funcionar, por eso no existen culturas sin religiones, pero el conocimiento muestra enseguida la ridiculez de su pretensión, al fin y al cabo colocando a una especie de Mazinger Z que estuviera pendiente de todo, hasta de extraterrestes que no se parecen a él. Nótese que distingo operativamente la emoción del conocimiento. Saber cómo es la química del amor o del sexo no te priva de sufrir y gozar, aunque te dé una mirada diferente, compleja. La religiosidad forma parte de la dignidad humana, la confesionalidad es un absurdo sin debate, sólo un fanático aseguraría que su fe es cierta. El problema es que estos majaretas de la fe, aunque usted no lo crea, controlan todo; la prueba es que siguen existiendo las religiones y, si me apuran, cada vez peor, en un momento de la humanidad en que esto habría de ser imposible.
La buena vida parte de esta incongruencia de la mente; la belleza, el bien, la armonía, arrancan del escepticismo absoluto, la pérdida de la ilusión infantil de la divinidad, y vivir es bregar con esta desidia de la nada y la fiereza placentera del amor, fuerza universal que mueve cuanto percibimos. Pretendo ser un humanista, excúsenme; no me interesa la política, no me interesa la empresa, no me interesa el dinero, no me interesan el progreso ni la tecnología... estoy vivo, uso todo eso con fruición, pero para mí un intelectual reflexiona sobre cómo evitar el perjuicio y esto incluye a los demás, porque ver directamente el dolor ajeno (salvo disfunciones) es traumatizante. El arte cura porque es percibir la vida través de otros, y eso amplifica tu visión sin daños. La función del intelectual es el placer y la paz, revelar el sufrimiento para que lo evitemos, porque lo verdaderamente incomprensible es cómo, teniéndolo todo puede el ser humano ser tan cruel; el humanismo desvela qué es el ser humano, el mundo lo construyen otros y sus dioses.
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