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Crónica personal
El último encuentro que mantuvieron Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se produjo en diciembre de 2023. Gran parte de la reunión consistió en hablar sobre la situación del Consejo General del Poder Judicial, que llevaba cinco años bloqueado.
Ha llovido mucho: un nuevo presidente en Estados Unidos que está cambiando el mundo, los avatares de una guerra en territorio europeo, la ruptura en España de los dos principales partidos a la izquierda del PSOE, el auge de la ultraderecha en la UE y, en España, una sucesión de escándalos de corrupción que afecta principalmente al PSOE y al Gobierno, con noticias inconcebibles en un país democrático que han llevado a la imputación nada menos que del fiscal general del Estado, la mujer y el hermano del presidente de gobierno, y de quien fue durante años su persona de máxima confianza, José Luis Ábalos. Por no mencionar el empecinamiento del presidente de gobernar, como anunció, sin necesidad del legislativo, o la falta de aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Una anomalía esta falta de trato entre presidente del Gobierno y líder de la oposición que además responde al empeño de Pedro Sánchez de hacer alarde permanente y público de la escasa consideración hacia Feijóo, probablemente porque no le perdona la humillación de que le ganó las elecciones aunque no con el respaldo suficiente para gobernar.
Nunca un presidente español ha gobernado sin comunicación de ningún tipo con su principal adversario. Al contrario, cuanto mayores han sido los problemas internos o los conflictos internacionales, más se ha evidenciado el interés de los jefes de Gobierno en mantener informados a los dirigentes de la oposición de la trastienda de esos problemas y conflictos. Sobre todo al líder de la oposición. En estos años de democracia, se ha visualizado siempre que la dureza de los debates parlamentarios no impedía que las relaciones personales se mantuvieran por encima de cualquier circunstancia. No eran de amistad, pero sí de confianza.
Que Sánchez, en la ronda de contactos con la oposición para informarles sobre la Defensa y la Seguridad europea dé a Feijóo el mismo trato que al resto de los partidos de la oposición, después de cinco años sin cruzar palabra más allá del hemiciclo, dice poco sobre el carácter y la educación política del presidente del Gobierno.
Con esa actitud transmite una gran inseguridad en sí mismo. Un hombre que hace alarde de soberbia pero a la hora de la verdad demuestra su pobreza aceptando el debate solo con partidos de escaso relieve, o comprando la voluntad –y por tanto callando la boca– de quienes podrían plantarle cara.
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