El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Caralibro me aburre y abochorna, sólo me ha dado la alegría de recuperar algún contacto o, rara vez, una lectora desconocida para mí que me ha escrito amablemente; Gramoinstatáneo (o lo que sea) no sé de qué va; pero miro últimamente, pues veo la labor diaria del Infoca, el Gorjeador que ahora se llama X. Se asustan los “neolibertarios” de que Twitter, lo que sin éxito ahora llaman X, sea prohibido o intente ser regulado. Como en todo, hay una parte de razón; una dictadura tiene mucho interés en controlar estas cosas porque es una vía de expresión y, como tal, un peligro para el poder.
He de decir que regular las ideas no es, desde mi punto de vista, buen camino; primero porque es imposible, segundo porque las ideas, como las palabras (si no son lo mismo... temo que sí) no hacen heridas, tú puedes decir lo que te salga: mientras no haya un daño que evaluar no se debe penalizar ningún discurso a priori. Expresiones como “hijoputa” o “cabrón” no pueden estar prohibidas porque, especialmente en Andalucía, sabemos que albergan la contradicción de ser amables o execrables.
Pero entiendo que hasta quieran prohibir esta red precisamente por eso: no por la circulación de ideas sino por la expresa voluntad de hacer daño de una parte importante de su contenido y usuarios. Es demagógico decir que se pretende controlar la Libertad de Expresión. Ésta no existe para insultar, denigrar o rebajar la dignidad de nadie. Ponga usted lo que quiera en X, al minuto hay un desconocido (no firma con su nombre) que se permite responder directa e inequívocamente con toda la virulencia e intención de dañar a esas palabras o a esa imagen, que son usted, y esto en la calle es un delito.
A mí un debate sobre ETA y la política de los 80 no me asusta en absoluto, bienvenido. Pero que me amenacen de muerte o justifiquen que me maten: ya me parece otra cosa. Y eso es Twitter. ¿No se debe regular? Claro. Los defensores de la “libertad” temen esa regulación: un 90% de la degradación política mundial tiene aquí su fundamento. Desaparecida la lectura comprensiva, sustituida por esta cartilla de guardería que algunos confunden con cultura y pensamiento, triunfa la barbarie y con ínfulas de conocimiento. NPI.
Lo que se juzga no es el control de la expresión, sino el abuso de la libertad para agredir, dañar a otras personas o colectivos. Da pena, porque es un reflejo de la sociedad a la que nos dirigimos; hay quien se ríe escéptico cuando se habla de la vuelta del fascismo, sin darse cuenta de que el nuevo Hitler se ríe del antiguo. Ahora va de “normal”, ni de izquierdas ni de derechas, y lo tiene todo tan claro que estima como ataque cualquier discrepancia, y claro, se ve obligado a defenderse con su puño de hierro.
Cuando miro X termino entre indignado, afrentado, cabreado, deseoso de repartir hostias, queriendo contestar y hasta con mal cuerpo al comprobar la absurda infamia que supone, tan peligrosa. Fomenta la violencia explícita, se puede leer constantemente... No se debe tolerar.
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