La Escalinata

A paso ligero

28 de septiembre 2024 - 03:06

Ya era hora. Parecía que jamás iba a llegar el momento. Pero por fin la piqueta trabaja a destajo para demoler el parking Escalinata, quizás el mayor ejemplo de la errática gestión urbanística que durante muchos años se ha llevado a cabo en Algeciras. Una ciudad que prefirió en los años 70 crecer creando una pantalla de hormigón en forma de gigantescos (y feísimos) bloques de pisos frente al mar, dando una imagen de desarrollismo con ínfulas totalmente trasnochada. O que acabó con buena parte de las bonitas casas señoriales de la Villa Baja, auténticos palacetes del que apenas quedan en pie Villa Smith y, a duras penas, Villa Patricia.

Algeciras, por desgracia, se ha prodigado en ejemplos de demoliciones polémicas. Existen incluso enclaves marcados por despropósitos que abarcan a más de una generación con sus correspondientes legiones de añorantes. Es el caso de la antigua plaza de toros La Perseverancia, que dio paso a un centro comercial con influencias de La Vaguada (Madrid) a principios de los 80; terrenos sobre los que en pleno boom del ladrillo se levantó una especie de gasolinera gigante con locales comerciales al que el calificativo de plaza le queda, por desgracia, demasiado grande.

El derribo de la antigua Escalinata y la construcción del parking fue posiblemente el más burdo ejemplo del pormishuevismo –gracias Erik Harley por acuñar el concepto– en la ciudad de unos políticos y unos técnicos que se creyeron capaces de hacer pasar un mamotreto de ocho plantas de altura por un aparcamiento subterráneo simplemente declarándolo como construido bajo la rasante de la calle Muro. En menos de tres años fue declarado ilegal, aunque acabó alojando coches (y cobrando por ello) durante prácticamente 20 años.

La desaparición del Escalinata, gracias a una sentencia judicial que ha tardado demasiado tiempo en ser atendida, también se lleva consigo la plaza Virgen de las Lágrimas. Lugar de infausto recuerdo en el que fue detenido un malnacido, del que siquiera escribiré su nombre, que se puso a rezar con vistas a la Bahía después de asesinar a un inocente en la Plaza Alta en la noche más fría de la historia de esta ciudad.

El Ayuntamiento promete rehabilitar el esqueleto del parking en una suerte de jardines colgantes de Babilonia. Solo espero que las estrecheces del erario no acaben convirtiendo la estructura en un palmeral espeluchao con un ascensor que, como el del parking, esté más tiempo roto que andando. Veremos.

stats