La españolidad frágil

Hoy tengo el honor de dirigirme a ustedes por primera vez a través de este humilde espacio de opinión y lo haré mezclando churras y merinas, aunque estoy seguro de que entenderán a dónde quiero llegar.

Gibraltar, ese trocito de roca pegado a La Línea, nos guste más o menos, es una parte imprescindible para la supervivencia del Campo de Gibraltar como comarca y, por ende, de todos –o la mayoría– de sus ciudadanos. Las interminables negociaciones post Brexit se han alargado hasta unirse con la campaña electoral, lo cual ha hecho aflorar el siempre superior sentimiento del español más altivo al que le come las entrañas que un espacio que se tarda apenas diez minutos en recorrer en coche esté bajo la bandera de “los ingleses”.

Se habla del concepto de la masculinidad frágil, ese orgullo de macho que aflora en algunos hombres cuando la sociedad que avanza en derechos y realidades cotidianas hacia una igualdad más real osa perturbar mínimamente el paradigma que entiende como reglamentario en lo que debe ser un hombre hecho y derecho.

Si convertimos “macho” en “macho ibérico” y el paradigma gira hacia la indivisible España, el resultado es bien parecido a lo que los partidos de la derecha política, por muy moderados que digan ser, sienten cuando se habla de Gibraltar.

Comprendo que en esta comarca hay quien defiende que el Peñón debe ser español. Incluso a mí me parecería bien que lo fuera. Pero resulta curioso cómo los principales valedores del españolismo más beligerante, los que se dan golpes de pecho diciéndose los más españoles, y que les dan banderitas a unos monos, no tienen ni la menor idea de lo que dependemos de los llanitos.

Esa suerte de españolidad frágil que considera que el devenir de 47 millones de personas cambiará si se añaden poco más de seis kilómetros cuadrados al vasto territorio cubierto bajo la bandera roja y amarilla que, aunque debe representar a todos los españoles, solo ondean en las causas que les interesa.

Aunque se convierta en un territorio de peleas políticas en Madrid, no hay carretera, máquina de tren, educación, ayuda social, plan integral, lucha contra el narcotráfico que se pague con banderitas de España.