Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
El balcón
Un nudo en la garganta. Cientos de muertos en un solo día por una catástrofe natural. El espanto deja sensación de indefensión absoluta. Los afectados piensan que les han dejado solos, sin luz ni agua, a merced del pillaje. En las primeras horas sólo se ayudan entre ellos. Dentro del ring de lucha libre que es la política nacional, se buscan culpables. Fuera, es distinto. Emocionaba oír a Von der Leyen, tan fría de natural y con torpe dicción, decir en español “Europa está lista para ayudar”.
La presidenta de la Comisión Europea aprovechó el día después de la tragedia de Valencia para presentar un informe sobre seguridad en Europa. Seguridad ante los riesgos de epidemias sanitarias, amenazas militares, guerras cibernéticas o crisis climáticas. Todo eso hemos padecido en los últimos años. Un comité dirigido por el expresidente finlandés Sauli Niinisto propone que el próximo presupuesto de la UE dedique un 20% a dar cobertura a los ciudadanos europeos en materia de defensa y protección civil.
Sin embargo, aquí estamos en la miserable batallita política. Hubo fallos en la gestión de esta crisis, con responsabilidades repartidas. Pero resulta obscena la actitud de Feijóo culpando al Gobierno porque la AEMET no habría avisado de la DANA. Interior, Medio Ambiente y Defensa debían haber estado más pendientes. Pero con los mismos datos que tenía Mazón, la Universidad de Valencia suspendió las clases por la alerta meteorológica. El presidente valenciano, tras pactar con Vox, disolvió la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, competencia de la Consejería de Justicia e Interior, en manos de una ultraderecha que niega el cambio climático. Y el PP de Rajoy se escandalizó cuando Zapatero creó la Unidad Militar de Emergencias en 2005. Lo calificaron de “capricho faraónico”.
Ahora, hay que respetar el luto. O sea, lo contrario que ha hecho la consejera de Turismo, negando a los familiares acceso a los cadáveres. Y ayudar a la pobre gente que está en una situación tercermundista, como intenta una multitud de voluntarios de manera conmovedora. Después hay que corregir la falta de cultura e información sobre qué hacer en caso de catástrofe, no construir en las ramblas de los ríos y respetar mejor el territorio; la naturaleza se venga de los abusos. Un poco más de prudencia no le vendría mal a los políticos en este momento. La resaca de esta tragedia se volverá contra todos ellos. Europa puede ayudar, no sólo con medios y leyes. También, dar ejemplo. Falta hace.
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