Cambio de sentido
Carmen Camacho
Siquiera un minuto de silencio
Hoja de ruta
UNA foto en el parqué de Wall Street ha hecho famosa a Elisabeth Rose, especialista financiera de Lehman Brothers. Hace justo dos semanas, cuando su banco se hundió, la retrataron tapándose la cara con las manos. Fue portada en decenas de periódicos norteamericanos. Era la imagen del sentimiento de mercado. Pueden ver su expresión en http://www.daylife.com/words/elizabeth_rose. También verán una instantánea de cuatro días más tarde alzando los brazos, como ayer tarde Fernando Alonso en Singapur. Ignoro cuál era la victoria de Rose.
Si prefieren tomarse con humor el sentimiento de mercado, acudan a esta otra dirección: http://www.dailymotion.com/erioluk/video/x684wa_the-last-laugh-george-parr-s. Verán una fina parodia del gran peloteo mundial que ha habido con los bonos hipotecarios. El relato es sencillo. Hay un negro desempleado, en camiseta sin mangas, sentado delante de una casucha en Alabama; pasa un señor y le ofrece dinero para comprar esa ruina. No es un banquero, sino un vendedor de hipotecas, que trabaja a comisión. El banco hace un paquete con ese y otros créditos de difícil cobro y lo pone a la venta en Wall Street, sin entrar en detalles. Un broker llama a un colega de Tokio y le ofrece un vehículo de inversión estructurada que vale 100 millones de dólares y el japonés lo compra. Ese paquete da varias vueltas al mundo, generando beneficios. La clave es buscarle siempre nombres sonoros, como fondo estratégico de créditos estructurados de alta gama. Todo menos llamarle fondo del negro desempleado.
Este crack mundial de las subprimes americanas, el mayor desde 1929, viene arrastrado desde la crisis de Japón de 1988, la mejicana de 1995, la asiática de 1997, la rusa de 1998, la de la nueva economía de 2000 o la argentina de 2001. El globo ha explotado. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, explica que estos créditos "han actuado como esteroides para dopar el crecimiento de la economía americana. Pero ha habido una sobredosis y América está hoy en una cura de desintoxicación".
Ahora los codiciosos especuladores arruinados piden a gobiernos y bancos centrales dinero para seguir en el negocio. Y el presidente Bush ha conseguido que el Congreso apruebe su plan de rescate de 700.000 millones de dólares. El director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Khan, sostiene que las autoridades americanas están apagando un incendio, pero después habrá que poner más reglas y más control de los mercados financieros. Y advierte que Europa lo va a pasar mal en los años que se avecinan, pero que la anarquía financiera no se combate con alegrías en los presupuestos públicos. Vienen años austeros. Ya lo decía ayer Stiglitz en este diario: Aprovechen para ahorrar, porque las cosas pueden empeorar.
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