En mi butaca
Paloma Fernández Gomá
Por romero y por amor
Quousque tandem
La televisión se fue a negro. Nos miramos entre sorprendidos y preocupados. Oímos una melodía chirriante y desafinada. Al instante… lo vimos. Pedro Sánchez, ojeroso y avejentado, luciendo uno de esos trajes apretados de mangas rabicortas a los que nos tiene acostumbrados, miraba fijamente a la cámara y tras aguardar unos segundos lo anunciaba: «Españoles… Franco… ha vuelto. Sé, que en estos momentos, mi voz os llegará a entrecortada y confundida por el murmullo de vuestros sollozos». La cámara trazó una panorámica sobre el escenario. Tras el presidente, los ministros y ministras, de riguroso luto y con las caritas pintadas de negro, cantaban, –unos peor que otros, algunos en buen inglés y otros en plan yuspikinglis– Nobody knows the trouble I’ve seen, Nobody knows my sorrow, Glory, Hallelujah… Y movían sus manitas enguantadas como en los musicales de jazz de los cuarenta antes de que se oyera maullar Libertad sin ira.
“Franco, Franco, Franco”, gritaban las huestes de izquierda que no parecen saber vivir sin su presencia. Y Franco, como el camión del tapicero ha vuelto a nuestras localidades. Se inaugura el Año Franco. Igual que el dictador organizó sus XXV Años de Paz, ahora vamos a conmemorar los L Años del Descanse en Paz. Podríamos crear una Condecoración y dársela a la Flebitis, la Bronconeumonía y el Parkinson que según el Parte Médico fueron los Héroes de la Libertad. Porque el general se despidió en una cama de hospital y si el régimen no continuó, como había ocurrido en Portugal tras la muerte de Salazar fue gracias al liderazgo y el trabajo del Rey Juan Carlos, Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda que convencieron a los aperturistas y supieron leer, comprender y trasladar de la ley a la ley los anhelos de la sociedad española.
Cuando alguien fallece, incluso un dictador, lo moralmente exigible es darle sepultura. O, al menos, hacerlo por salubridad, que no es cuestión de ir dejando cadáveres en una mecedora como la madre de Norman Bates. Pero si queremos conmemorar realmente la Libertad, recordemos la Constitución que es el marco de convivencia que nos dimos, las primeras elecciones, en las que participó hasta el Partido Comunista, o el Referéndum para la Reforma Política del 76, pero no esta especie de aquelarre necrofílico, sacado anteayer de la chistera monclovita, que sólo sirve para que el señor Sánchez le lance cacahuetes a su parroquia de incondicionales con el único objetivo de mantenerse en la Moncloa. Y más por decir que vive allí que por gobernar.
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