Gaucín

El escritor y periodista británico Alexander Fiske-Harrison ha recorrido el sur de España en busca de los paisajes más pintorescos de nuestro país. Su experiencia apareció publicada en el periódico The Telegraph y al llegar a Gaucín tituló su crónica: Una postal del pueblo más perfecto de España.

Es el primero de los pueblos blancos que se encuentra el viajero en la carretera que une el Campo de Gibraltar con Ronda. Encajado entre las laderas que delimitan el valle del río Genal, Gaucín se adapta a la pendiente de la sierra del Hacho a la sombra del castillo del Águila. Fiske-Harrison señala que allí nació Carmen, la heroína de Merimée, encumbrada a mito en la ópera de Georges Bizet y no duda en calificar el pueblo malagueño como “el Notting Hill de Andalucía” porque, al igual que el original londinense, está lleno de artistas y bohemios que han encontrado en su luz y agrestes paisajes, su fuente de inspiración. Sin embargo, no es nuevo este descubrimiento que nos hacen los ingleses del atractivo de nuestros pueblos, ya que Gaucín fue fuente de inspiración para los viajeros ingleses del siglo XIX como Francis Carter, Gerald Brenan y, sobre todo, Richard Ford que además de un excelente dibujante (sus apuntes sobre los paisajes y las gentes de los lugares que visitaba suponen un inestimable documento de un tiempo anterior a la fotografía) fue uno de los escritores más influyentes de la literatura de viajes. Ford llegó a Gibraltar en 1830 con su mujer –delicada de salud– sus tres hijos, dos sirvientas y una enfermera. De allí se trasladó a Sevilla desde donde, tras aprender el idioma y familiarizarse con las costumbres de los autóctonos, emprendió una serie de viajes generalmente en mula y acompañado de arrieros, que le llevaron por toda España durante tres años. A su vuelta a Inglaterra publicó A Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home (Manual para viajeros por España y lectores en casa), libro que alcanzó un gran éxito e hizo que España se pusiera de moda en Inglaterra. En él Ford indica al viajero que aspire a lo romántico, lo poético, lo antiguo o lo clásico que encontrarán en el estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno por este curioso país que oscila entre Europa y África y entre la civilización y la barbarie. Señala que la tradicional maldición “de la desventurada España es el desgobierno. Salvo contadas excepciones, sus ministros en los dos últimos siglos fueron unos incapaces y unos pillos”.

Ford amaba España pero renegó de los españoles en el país del “no sé” y “no se puede” que solo “sabía” y “podía” si se le untaba con el dinero preciso. Ford murió en 1859 y el certero epitafio de su tumba es: Rerum hispaniae indagatur acerrimus.

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