Al microscopio
Ana Villaescusa
La violencia más cruel
Pocas cosas más dignas que el ejercicio de un cargo público. Es una pena ver en qué se ha convertido; un recuerdo emocionado a quienes lo respetan... El desprestigio de la política no lleva sólo a la crítica sino al empobrecimiento de un sistema, la democracia, el único que ha permitido un poco de oportunidades más o menos repartidas.
Entendamos a los jóvenes varones; educados como empotradores de penes desaforados y eréctiles a voluntad, criados con el único objetivo de consumir-viajar sin límite con un mundo-espectáculo y la gente a su servicio, soñando con la domótica y platos exquisitos salidos de la nada, ver cómo eso no se les hace real y una vecina anciana cobra todos los meses su pensión y un negro come del erario público... como para no querer exterminarlos. Su mundo es una frustración permanente, e infantil. Si para colmo observan a los políticos, desesperan y aguardan la solución final. En la cresta de esta procacidad estructural, el político usa la mentira como medio de vida, dice un día una cosa, al siguiente la desmiente para negarlo todo al tercero. El político no dice sino moldea opinión, no atiende al qué, calcula la reacción de sus votantes porque ya sabe que al suyo le da lo mismo y que sólo quiere carnaza para atacar al contrario: generar corrientes de estupidez útil... para el partido. En una sociedad normal, gente así debería estar en la cárcel; en nuestra sociedad enferma preside comunidades autónomas.
Nadie piensa, el criterio huelga. Suben en votos los neofascistas porque los problemas existen y las soluciones no llegan... prometiendo venganza, la frustración no se sacia pero, al menos, se desfoga la rabia. Violencia. Todo conduce a la violencia, los líderes que deberían propugnar la paz son clientes del armamentismo más burdo, como si la solución hubiera sido alguna vez darse de navajazos. El que lo recibe, tarde o temprano te busca. Nuestros políticos son irresponsables. Van por turnos, la chabacanería del PSOE es lacerante, pero es que la soberbia del PP roza lo criminal. Cómo va nuestra juventud a confiar en la democracia viendo no la gestión durante las inundaciones sino lo ocurrido después; el PP sería creíble si hubiera hecho dimitir a Mazón, hubiera nombrado a alguien de consenso, convocado elecciones, entonado una ristra de errores manifiestos y reivindicado la Constitución y la Autonomía, etc., después leña al Gobierno central, entonces sí me habría creído todo, ahora me creo menos a Feijó que a Xanxe, ya es decir.
El Estado no ha funcionado, y aquí la jerarquía es clara para la ciudadanía: concejalías, alcaldías, diputaciones y sus presidencias, consejerías y sus presidencias, direcciones generales, ministerios y gobiernos... Traición es hacer ver esto como un juego de mesa para salvar el culo de un colega en tu propio culo, el desprestigio aquí y fuera es terrorífico y difícilmente reparable. Míreselo: En España hay que ser más de Corín que de Miguel, este personaje que, simplemente no está a la altura requerida y ensucia con su presencia. ¡Gora Hispania lliure!
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