Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Sevilla, su Magna y el ‘after’
La historia es tozuda y única. Otra cosa es el enfoque o la perspectiva que se le dé. O sea, que todo depende del color del cristal con que se mire. Es decir si te pones unos anteojos color carmesí, pues la visión será con tintes de puesta de sol variando del cobrizo a un color fucsia oscuro. Pero si los anteojos son azulones, entonces el enfoque será entre blanquecino, gris o azul cobalto, dependiendo de la hora y si el día anda nublado o es soleado.
Así pues la historia se nos presenta como una secuencia de hechos transversales, que depende de diversos factores y que cada uno la cuenta a su manera o da su propia versión, como si de una feria se tratara, que cada cual la cuenta según le fue en ella.
Poco a poco y como el que no quiere la cosa nos podemos remontar al tiempo de la invasión de los bárbaros que conllevó la caída del imperio romano.
La entrada de los diversos pueblos al Este de Roma se llevó de forma gradual y con un carácter belicoso de pequeñas dosis, cuando no de forma casi pacífica. Estos pueblos fueron tomando terreno en medio de un imperio que empezaba a flaquear y sus fuerzas no eran las de antes: luchas internas, golpes de mando, descontento de un pueblo que se veía mermado cada vez más en su seguridad, y eso que no era mucha la seguridad del pueblo por aquel entonces.
Después vendría la toma de Roma, acontecimiento que según muchas voces acreditadas supuso la desmembración del gran imperio romano. Oriente y Occidente en nombre de Roma tomaron sus posiciones para que se forjara Bizancio, y Roma quedara como bastión de lo que fuera un imperio único que sobrepasó fronteras y llevó sus legiones a lugares hostiles y desconocidos.
Pero la historia forma parte del hombre y como él se va trasladando con el tiempo, siguiendo causas y acontecimientos.
Lugares y ciudades son leyendas o fiel reconstrucción de hechos históricos que se filmaron bajo la mirada de un tiempo imperecedero, quedando así el vestigio de lo que allí sucedió.Ahora bien, que si en la península ibérica no hubo conquista y por lo tanto sobra hablar de reconquista; pues a los hechos nos remitimos y pongamos en solfa la actuación de Tarik y su más que probable alianza con Don Julián.
El caso es que la sucesión de acontecimientos históricos que conllevó a esta semi invasión, invasión o acuerdo, nos lleva a relatar una historia acontecida, que al margen de matices es única.
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