El honor
Durante la pasada campaña electoral de las municipales, en el intenso debate celebrado ante las cámaras de Onda Algeciras, la candidata socialista, Rocío Arrabal, aseguró que una vecina le había manifestado, en presencia de testigos, que el alcalde, José Ignacio Landaluce, tenía su voto porque había prometido contratar a su hijo en Algesa. Seguramente la vecina estaría en un error; se trataría de otras palabras de consuelo o de comprensión ante su situación que fueron malinterpretadas, como si de una inviable promesa laboral se tratase.
El hecho es que una cuestión tan menor, dicha en la vorágine electoral, fue considerada por Landaluce como atentatoria a su derecho al honor y presentó una querella por la presunta comisión de delitos de injuria o de calumnia. Un proceso que fue archivado sin la apertura de juicio. Ahí marcó el alcalde lo tan preciado que considera su honor.
Por ello resulta más que sorprendente que ahora no inicie acciones judiciales contra los medios de comunicación que han publicado noticias de alcance nacional sobre presuntas conductas sexuales inadecuadas por su parte. ¿Es que ahora su reputación no queda en entredicho? ¿Y en el debate electoral, por una cuestión anecdótica y puramente local, sí?
Pero aún más significativo que la incoherencia con que se está manejando este asunto es la propia emisión de unos vídeos de defensa cuyos contenidos no deben haberse meditado con templanza.
En el primero no negó la realidad de los pantallazos de marras y solo se afirma que las compañeras afectadas “no tienen nada que criticarme, que no tienen nada que denunciar”. Lo cual puede ser cierto, por cuanto denunciar o no es cuestión que decide la presunta víctima. Pero la mera existencia de tales conversaciones comentando supuestos comportamientos se torna inaceptable.
En el segundo vídeo solo culpa al PSOE de las publicaciones en una arriesgadísima apuesta. Primero, por atribuir a las dos presuntas víctimas un interés político en sus relatos, mostrando un cierto e inaceptable desprecio hacia las mismas que se le podría volver en contra si mañana alguna supuesta mujer acosada por Landaluce desvela su identidad públicamente y nada tiene que ver con la política. Segundo, porque se califica como bulo o invención pergeñado con las aviesas intenciones de derrocar al legítimo alcalde elegido por mayoría abrumadora por el pueblo. Pero este argumento se tambalea si a continuación no se dice que mañana está presentada la denuncia en el juzgado.
Además, constan publicaciones en las redes sociales del eurodiputado Alvise Pérez comentando la noticia de Público en las que asegura que han contactado con él más de una decena de afectadas. Si no es cierto, solo cabe la denuncia, insisto. Lo contrario pone en entredicho el futuro político no solo de Landaluce, también de su silente equipo de gobierno, encadenado ya al incierto destino del alcalde.
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