La idea de Europa

02 de junio 2024 - 00:45

En la frontera de Alemania con Bélgica y los Países Bajos se encuentra Aquisgrán (Aachen, para los alemanes), ciudad famosa por sus aguas termales descubiertas por los romanos y factor determinante para que Carlomagno, al acceder al trono de los francos, estableciera allí su residencia principal.

Visité su catedral (la primera construida en el norte de Europa) en una fría mañana invernal. No había nadie en su interior y así, envuelto por un solemne silencio, contemplé la cúpula octogonal de la impresionante Capilla Palatina, erigida a comienzos del siglo VIII. En ella, dentro de una urna de oro, reposan los huesos de Carlomagno y en el centro de la estancia se conserva el austero Trono del Emperador donde fueron coronados treinta reyes del Sacro Imperio Romano Germánico, pero no –curiosamente– el primero de ellos, Carlomagno, que fue ungido rey en Roma de manos del Papa León III, el día de Navidad del año 800.

Al salir del templo atravesé la bonita calle medieval que desemboca en la Plaza del Mercado y se extiende a los pies del enorme y llamativo edificio del ayuntamiento donde, bajo la solemne presencia de una estatua del rey, cada año se entrega el Premio Carlomagno que se otorga a personalidades o instituciones que se distingan en el fomento y desarrollo de la idea de Europa. Carlomagno dedicó buena parte de su reinado a conquistar tierras fuera de su jurisdicción llegando su reino a comprender a Francia, Suiza, Austria, Bélgica, Holanda y gran parte de Italia, Hungría y los países balcánicos. Su alianza con la Iglesia propició la evangelización forzosa de las zonas paganas conquistadas y aunque la pretensión de Carlomagno fue recrear un nuevo Imperio Romano unificado bajo el cristianismo –al modo de Constantino– la Historia lo ha validado como el padre de Europa. Quizá por su condición de analfabeto el rey puso especial empeño en recuperar la cultura clásica, en extender el uso del latín medieval a todos sus dominios y facilitar la difusión de textos implantando, v.g., la letra minúscula carolingia.

Sin pretenderlo, Carlomagno construyó un imperio que se extendía hasta los Pirineos donde creó la Marca Hispánica, una línea de defensa frente a los musulmanes de Al-Ándalus.

Los herederos de Carlomagno son ahora los eurodiputados, unos señores que aunque intenten vestir de solemnidad su cometido en el Parlamento europeo, no logran evitar que la gente les perciban como unos privilegiados holgazanes que cobran sustanciosos sueldos complementados con generosas dietas y sin otro empeño que aparentar que luchan por una utópica identidad europea. ¡Lastima que Carlomagno no pueda presentarse ya a las elecciones!

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