Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Confabulario
Como diría Pío Cabanillas padre, “todavía no se sabe quiénes vamos a ganar”, de modo que ahí tienen ustedes al presidente del Gobierno, señor Sánchez, confesándole al rey que sólo dispone de 121 votos, mientras que sus plurales socios (golpistas de diverso signo y otras formaciones en trance de coaligación), aprovechan el último tramo de incertidumbre para ajustar el precio de su apoyo. El PNV, veterano en este tipo de subastas, exige un acuerdo claro, porque, según don Íñigo Urkullu, lendakari en trance de jubiliación, el señor Sánchez necesitará “todos los votos todo el tiempo”. Por su parte, doña Yolanda Díaz ya ha dicho que están lejos de un acuerdo concreto; y ello por una cuestión principal: parece que el señor Sánchez ha antepuesto la negociación con el señor Puigdemont a otras consideraciones de menor cuantía.
En la ronda peticionaria se ha privilegiado, pues, la urgencia de negociar con el golpismo de progreso, en la modalidad derechista y xenófoba del señor Puigdemont. Suponemos que la modalidad izquierdista y xenófoba de ERC será la siguiente. Qué pedirá don Carles es algo que acaso no sepa ni él mismo, ya que sus menguados partidarios quizá consideren una mera traición al independentismo lo que don Carles ve, con indudable acierto, como un sojuzgamiento y una humillación de la democracia española. Aparte está, lógicamente, el alivio de su largo veraneo belga. Pero lo principal es que los cruzados de la independencia tal vez sospechen en todo este asunto sólo una aparatosa forma de rendirse. Ya se habla de una nueva financiación para Cataluña, exigida por ERC, mientras que el señor Otegi lanza a sus mozallones a alborotar las calles, que es la forma de negociar que mejor le cuadra al señor Otegi.
De todo esto se infiere que los futuros apoyos del señor Sánchez igual se están impacientando un poco y existe cierto malestar entre los candidatos. Recordemos que la yugada golpista Junt/ERC lucha por un mismo nicho de mercado (con perdón) secesivo, mientras el PNV ve aplicadas contra sí a las jóvenes mesnadas totalitarias, con el benemérito fin de arrebatarle su lucrativo papel de intermediación, tanto en el País Vasco como en el Congreso. Por otro lado, Podemos le susurra a Sumar que a ellos no los postergaban en las negociaciones (parece que ya se conforman con estos pequeños desahogos), de modo que quedamos a la espera de lo que diga el señor Puigdemont, bien en su actual papel de golpista de progreso, bien en la figura de golpista a secas.
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