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Rafael Sánchez Saus
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Elon Musk ha ido progresivamente construyendo un perfil inquietante. Siempre ha sido un tipo especialmente extravagante que conjugaba su aguda visión sobre los negocios con una personal y peculiar forma de comportarse y llamar la atención.
La adquisición de la red social conocida anteriormente como Twitter pudiera en principio aparecer como una operación comercial en un ámbito tecnológico puntero. El despido masivo de la mayoría de trabajadores mostraba ya su peculiar enfoque empresarial y su primera aparición llevando un lavabo en sus brazos parecía una muestra más de su chocante originalidad. Pero lo cierto es que ha sido mucho más que eso. El control de la red social más popular y con mayor número de usuarios se ha transformado en un propulsor eficaz de una visión del mundo reaccionaria y extraordinariamente peligrosa. En muy poco tiempo eliminó los mecanismos de control y transformó la red social en un gran difusor y multiplicador de bulos y falsas noticias a la vez que transformaba un antiguo ágora de discusión pública y abierta en un estercolero de ideas retrógradas que son favorecidas por los algoritmos de control de la nueva red social, ahora denominada X.
No hay ninguna duda que el control de esta plataforma ha sido uno de los factores clave en la victoria electoral de Trump, quien a su vez ha prometido a Musk la posibilidad de ocupar un cargo de responsabilidad en el futuro gobierno plutocrático que tomará posesión en unos días.
Creo que es extraordinariamente preocupante que desde los poderes públicos primen los intereses particulares que no tendrán contrapesos ni marcos regulatorios eficaces, sino diseñados para la defensa de intereses privados. Pero lo que querría destacar en esta columna el papel que Musk está desempeñando en las relaciones internacionales a través de campañas de desprestigio de líderes democráticos e injerencias en procesos electorales, siempre en apoyo de ideas radicales de extrema derecha, como hemos podido ver muy recientemente en Reino Unido o en Alemania.
Musk lleva meses atacando duramente al gobierno laborista de Starmer consiguiendo que sus bulos y falsas verdades condicionen la agenda política y embarrando la opinión pública. Ha llegado a publicar en su red social si Estados Unidos debe liberar al pueblo del Reino Unido de su Gobierno tirano. En relación con Alemania, que celebra elecciones en febrero, Musk está utilizando ampliamente su maquinaria digital para favorecer a AfD, el partido de extrema derecha.
Está constatado que contra los bulos la fuerza de los hechos y la verdad tiene siempre una posición debilitada en el mundo de las redes sociales por eso las democracias necesitan una nueva agenda de defensa frente a esa internacional reaccionaria, en palabras de Macron, liderada por Musk.
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