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Algeciras/Compartir unos minutos de conversación con José Luis Lara es asistir a una apasionante sesión de vivencias y anécdotas protagonizadas por músicos, cantantes y cantaores de huella profunda. Cómo no, Paco de Lucía se encuentra entre ellos. El recorrido profesional de Lara y su larga experiencia como empresario ligado al mundo de la cultura le convierten en la persona que mejor puede llevar la dirección del centro de interpretación dedicado al guitarrista en Algeciras, ubicado en el palacete que fue sede de la Policía Local, en la calle Ruiz Zorrilla. El 21 de diciembre es la fecha marcada para la apertura de las instalaciones, coincidiendo con la fecha de nacimiento del artista, en una cita a la que asistirán la familia de este, amigos y representantes de todas las administraciones que de una forma u otra han participado en el proyecto.
Hasta llegar a este punto, desde que la idea se puso sobre la mesa y ha cobrado vida, ha pasado un lustro mal contado en el que se han sucedido concursos desiertos, un pandemia, la aparición de restos arqueológicos, retrasos en las obras y una negociación compleja con los herederos para dotar de un contenido decente al centro, a la altura de un gigante como fue y seguirá siendo el genio de La Bajadilla.
Lara ha sido en la sombra el muñidor de buena parte de todo ello y quien ha asumido la responsabilidad empresarial de que el legado de Paco continúe vivo en su ciudad. Promete ofrecer una programación de actos, presentes a lo largo de todo el año, y convertir el centro en el referente de la vida cultural algecireña, aunque más bien cabría decir de la resurrección de esta, maltratada como está desde hace años, con un exiguo presupuesto público, desaliñada y dependiente en gran medida de la iniciativa y la buena voluntad del sector privado.
El Museo municipal, pese a sus obras valiosas, sobrevive con muy escaso personal en el barrio Bajo (de la Caridad, lo llaman ahora con mucho acierto) y a expensas de que quienes se atrevan a exponer sus obras temporalmente quiten las alcayatas que clavaron quienes les precedieron, tapen los agujeros con yeso y pinten las paredes; el cerrado auditorio del edificio Pérez Villalta sobrevive a la carcoma; el teatro Florida permanece cercado por vallas ante el desprendimiento -irreversible, por lo que parece- de las teselas de su fachada y la capilla del Cristo de la Alameda sigue cerrada por la aparición de humedades tras ser rehabilitada, a la espera de acoger de forma permanente las magníficas 360 piezas cedidas por la familia Viñas de Roa.
Lara, a quien ya debemos cada año la puesta en marcha del Encuentro internacional de la Guitarra Paco de Lucía, tiene un reto complicado en una ciudad donde la cultura y el patrimonio se desdeñan, como lo demuestran los ejemplos expuestos y otros más, como el abandono del asilo San José, del palacio de Marzales o de la casa de Regino Martínez, en la calle Ancha. Ojalá que el éxito del Centro de interpretación Paco de Lucía no solo suponga la conservación e impulso del legado del mejor artista que ha dado Algeciras, sino un paso para emprender otros proyectos.
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