El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
La esquina
Quien la haga, que la pague, dijo con determinación enfática el presidente en Roma. Que la pague, repitieron los ministros papagayos, orgullosos de obedecer a un jefe tan contundente contra la corrupción.
Que la pague... si es descubierto, digo yo. Cuando Pedro Sánchez conoció las andanzas del asesor Koldo y del ministro Ábalos, relevó a éste en Fomento (“tú ya sabes por qué”, le comentó al informarle sobre la remodelación) y lo echó de secretario de Organización del PSOE, pero no se le ocurrió acudir a la Fiscalía para que investigara los delitos que estaba cometiendo la trama. Eso sí hubiera sido contundencia, no intento de tapar el caso.
Cuando estalló el escándalo, suspendió a Ábalos de militancia –el expediente aún no se ha resuelto– y le pidió inútilmente el acto de diputado, pero continuó sin llevarlo ante la Justicia. Tampoco informó a los ciudadanos. ¿Es normal quitarse de enmedio a tu ministro más influyente y a tu número dos en el partido en el que eres el todopoderoso número uno sin una sola explicación a los contribuyentes que pagan a los dos.
Gracias a la UCO de la Guardia Civil –más benemérita que nunca– vamos conociendo las dimensiones colosales de una trama de corrupción incrustada en el corazón del Gobierno, que se puso en marcha aprovechando el desbarajuste de la pandemia (¿qué hace un Ministerio de Transportes gestionando la compra de mascarillas?), extiende su acción a ámbitos más cada vez más suculentos, presenta los detalles cutres propios del género picaresco (el chalé en La Línea, las expresiones de Koldo sobre/con altas autoridades, el pago del piso de la amiguita del ministro, que lo digo así por su edad, sin ánimo peyorativo ninguno) y el protagonismo paradigmático del empresario desahogado que presume de contactos y los utiliza a conciencia y sin límites, ni éticos ni legales.
Que en Moncloa y sus apéndices insistan en trasladar a la opinión pública que allí dentro se respira “absoluta tranquilidad” y “cero preocupación” conduce inexorablemente a pensar que hay una gran intranquilidad y una grave preocupación por la situación, por lo que han dicho y escrito –a la UCO se lo debemos– Ábalos, Koldo y Aldama y por lo que puedan decir conforme avanza el proceso judicial. Otra vez un dichoso juez intranquilizando y preocupando al Líder de la lucha contra el fango.
Que dijo una cosa hace meses sobre la visita de la venezolana Delcy y otra estos días. ¿Mintió entonces o miente ahora?
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